El multimillonario Elon Musk tomó el control de la red social Twitter, la más importante del mundo a la hora de mover opinión y generar información oficial, en el otoño de 2022.
No ha pasado un año y la plataforma reina del microblogging acaba de pasar a mejor vida. Twitter pasará a llamarse X, X App, o algún derivado nominal con la letra que siempre acompaña a Musk (como en SpaceX o el Model X de Tesla).
Pero lo importante no es tanto ni el nombre ni la imagen de esta red social, sino dictaminar si se ha cumplido la teoría de la conspiración sobre Twitter.
Cuando primero Donald Trump (que como protesta fundó su propia versión de Twitter, Truth Social) y después grandes líderes de opinión como Musk pusieron sus manos sobre Twitter, muchos sospecharon que se trataba de una gran conspiración de los movimientos de derecha, ultraconservadores y reaccionarios para evitar que siguiera reinando una red social que era el reflejo de una sociedad moderna y democrática. Una plataforma capaz de movilizar el voto hacia posiciones progresistas y evidenciar algunas falacias de la derecha).
Aunque con muchos errores, defectos y ataques a los derechos individuales, Twitter era una especie de reino digital de la libertad de expresión, tanto para lo bueno como a veces para lo malo. Pero algo preocupaba especialmente a ciertos poderes fácticos de Estados Unidos, sobre todo: que la sociedad pudiera tener un vehículo de libre circulación de información y opinión para debatir sobre el día a día de la política, la economía... sin pasar por el control de grandes medios y corporaciones para agregar su sesgo ideológico.
Sí, Twitter también ha sido un campo de batalla para ultraderechistas, nazis y auténticos salvajes de la palabra. Pero era la red social preferida por los ciudadanos que aman las libertades civiles y los derechos sociales para denunciar injusticias en sus vidas, denunciar comportamientos de la clase política, contestar a las grandes corporaciones y los poderes económicos...
Musk compra Twitter
Fue entonces cuando, tras los ataques de Trump por señalar a esta red social como un escenario ideal para la izquierda -algo que en España ha correspondido Vox con la misma posición-, entró en escena un multimillonario como era Elon Musk para hacerse con la propiedad. Pagó una auténtica millonada por Twitter: 44.000 millones de euros. Se calcula que ahora su valor sería de 20.000 millones, menos de la mitad.
Por el camino, Musk ha ido deteriorando el producto digital en este año como propietario. Ha perdido seguidores y usuarios, ha perdido confianza, ha perjudicado su imagen pública, ha obligado a pagar por insignias y funciones básicas y, por último, ha llevado a que su gran rival, Mark Zuckenberg, lanzara su propia red social a la imagen de Twitter de manera gratuita: Threads.
El cambio de nombre de Twitter a X, logotipo incluido, con la pérdida del icónico y carismático símbolo del pajarito azul, se ha valorado muy negativamente por millones de usuarios. Además, temen que también sea el principio del fin para una bella aventura que fue una plataforma libre, gratuita y plural donde opinar e informar sobre cualquier tema, casi sin limitaciones.
No todo ha sido belleza en la historia de Twitter, donde han campado los 'acosadores', los trolls, los haters, y los cyberdelincuentes. Pero muchos temen que ahora el futuro para la red social es más gris que nunca.
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