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Mayores activos

Aceptar la edad y mantener la actividad que más le guste

lunes 14 de agosto de 2017, 09:09h

Cuenta mi admirado amigo A. Rocamora, ex profesor de Psicología patológica en la Universidad de Comillas, que había ido a acompañar a su nieto al colegio y que allí vio a padres, madres y abuelos viendo a los niños saludarse en algarabía. Pero lo que más le sorprendió fue que muchos ancianos al despedirse se decían con una sonrisa “Hasta la tarde”, es decir que para ellos la jornada se desenvolvía en gran parte entre esos dos momentos de la vida de los nietos. Esa era una muestra de vejez activa y saludable como señalan cada vez más autores que subrayan la interconexión espontánea y positiva entre los niños y las personas mayores. Hasta el punto que son varias las experiencias que están en marcha experiencias de proximidad entre personas mayores y colegios de niños pequeños coordinados todos por personas expertas. Todos parece como si hablaran un lenguaje común, no siempre de palabras.

Volveremos sobre este tema y las experiencias en curso.

De ahí la conveniencia de subrayar aspectos fundamentales para vivir en plenitud una vejez saludable. La antesala quizás resida en la aceptación serena y positiva.

El propio anciano debe ir asumiendo las limitaciones y, también las posibilidades, de su edad cronológica, subraya Rocamora. En nuestra cultura donde se han sacralizado otros valores (lo joven, lo bello, lo sano, la productividad) el anciano debe ir descubriendo el valor de su propia existencia. Es tarea difícil, ya que la vejez es el contrapunto de esos valores, pero no es imposible. Esta aceptación tiene otra vertiente: la del entorno del anciano (familiares, amigos, etc.) que debe acogerlos como son, sin programarles metas que no pueden conseguir, pero tampoco arrinconándoles como algo frágil y que como ya no produce debe limitarse, digámoslo de la forma más cruda y cruel, a no molestar, a no andar por el medio; en algunos casos bien estudiados, a procurar hacerse invisibles.

Para ello es imprescindible mantener formas de actividad adaptadas a sus posibilidades y preferencias. El trabajo es algo más que una forma de ganarse la vida, pues implica un reconocimiento personal y social. Es más, lo específico del hombre no es el trabajo sino la actividad. Podemos vivir sin trabajo, pero no sin actividad. Por esto, una admirable vejez no es una vejez ociosa, sino activa. Una actividad cuya finalidad no es ganar dinero, sino sentirse útil, subrayan geriatras y personal de residencias de día, así como muchas personas mayores, entre las que nos incluimos mi mujer y yo. Ella con más sabiduría, conocimiento y paciencia. Pero no olvidemos un punto clave por la frecuencia con que se está incrementando en parejas de jóvenes que trabajan: y es que no se sirvan de los mayores como un medio más de su joven familia. Hay casos constatados de auténticos abusos de las personas mayores. Se puede solicitar colaboración en casos determinados y atendiendo siempre a la situación y condiciones de estos. Esta es una prioridad que debe primar a la hora de “formar” una nueva familia. Los abuelos no pueden estar a las ocho de la mañana listos para ir a recoger al niño y hacerse cargo de él, de sus biberones y atenciones durante todo el día. O tener que estar siempre dispuestos por encima de sus propias limitaciones, salud, y otras actividades en las que pueden concurrir o no según las circunstancias. Asimismo, también pueden ser muy positivas para su salud emocional las acciones que las personas mayores realizan en las obras benéficas y sociales. Nunca olvidemos la edad cronológica que tienen. Repito, existen casos de abusos flagrantes. (554)

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