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Según las investigaciones de dos expertos en el Yacimiento de Peñacerrada

Las arañas tejedoras más antiguas vivieron hace 15 millones de años

miércoles 28 de marzo de 2007, 13:36h
Los investigadores Vicente M.Ortuño, del Programa “Ramón y Cajal” de la Universidad de Alcalá, y David Penney, de la Universidad de Manchester, han descubierto en los fósiles del Yacimiento de Peñacerrada dos ejemplares de arañas que constituyen un nuevo género y una nueva especie para la ciencia a la que han denominado Mesozygiella dunlopi. Se trata de las arañas tejedoras más antiguas del mundo hasta el momento.
El Yacimiento de Peñacerrada (Álava), del Cretácico Inferior, es uno de los mejores yacimientos de ámbar del mundo, y se caracteriza por el excepcional estado de conservación de los fósiles que lo constituyen. Los primeros trabajos en esta zona comenzaron en el año 1995 y hasta la actualidad se han recuperado numerosos artrópodos, de los que 50 son ejemplares de arañas.

De todos ellos, el investigador Vicente M.Orduño, del Programa “Ramón y Cajal” de la Universidad de Alcalá, y David Penney, de la Universidad de Manchester, han estudiado dos ejemplares cuyos estudios se han publicado en la revista científica Biology Letters. Los resultados han establecido que los dos ejemplares de arañas constituyen un nuevo género y una nueva especie para la ciencia a la que han denominado Mesozygiella dunlopi y que son las arañas tejedoras más antiguas del mundo descubiertas hasta el momento.

Las arañas fósiles, con un tamaño de 6 a 7 mm, pertenecen a la familia Araneidae y a pesar de que vivieron hace 115 millones de años y que esta especie ya se ha extinguido, son muy parecidas a las arañas de jardín actuales. Eran arañas tejedoras, es decir, que fabricaban telas en forma de red para atrapar a sus presas, y vivían en un ambiente forestal, de bosques de coníferas y helechos arborescentes, en un clima tropical cálido y húmedo. Estos datos han podido deducirse a partir del estudio de los fósiles contenidos en el ámbar, que es una sustancia resultante del endurecimiento y polimerización de las resinas producidas por algunos árboles.

El ámbar permite que los insectos atrapados en él se conserven de forma excepcional, incluso los tejidos pueden estudiarse con detalle. Gracias a este tipo de yacimientos se obtiene información sobre los insectos que vivieron en épocas pasadas, organismos que no se suelen conservar en los yacimientos paleontológicos habituales.

La importancia de este descubrimiento radica, según palabras de Vicente M. Ortuño, “en la antigüedad de estos ejemplares” y en que están “perfectamente conservados”, permitiendo demostrar que “el diseño corporal básico y muy exitoso de las arañas tejedoras apareció hace mucho tiempo”. El éxito evolutivo de este diseño se deduce de la gran diversidad actual de estas arañas tejedoras, que supera las 2.500 especies. Los dos especialistas establecen que al comparar los restos fósiles con los actuales, se observa que estos especímenes han evolucionado muy poco.

A su juicio, las arañas tejedoras podrían haberse expandido en número y diversidad durante el Cretácico: la “explosión” en abundancia de plantas con flores originó la expansión de los insectos que las polinizaban, y éstos servirían de presas para las arañas tejedoras, que como resultado prosperaron. Su diseño corporal es tan preciso y eficaz que les ha permitido superar todas las crisis ecológicas que han acontecido desde el Cretácico.
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