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Una lección de Historia de Europa

Una lección de Historia de Europa

sábado 21 de noviembre de 2009, 11:44h
Quizá el señor Donald Rumsfeld, demandado por más de una veintena de asociaciones de Derechos Humanos por crímenes de guerra se equivocaba cuando tachó irónicamente de “viejos” a países europeos como Alemania y Francia que se opusieron al ataque contra Irak. Contundentemente le contestó el Presidente del ejecutivo europeo Romano Prodi: “Me parece difícil considerar viejos a Francia y Alemania, cuando han sido capaces de dar la vuelta a su historia. Han enterrado el hacha de guerra y construido un futuro compartido sobre un pasado trágico. Si por esto entendemos viejo es que estamos sacando conclusiones erróneas”. “Toda Europa tiene una inmensa herencia, pero Europa se está renovando a sí misma de pies a cabeza y en ello reside su grandeza. Estamos uniendo el pasado y el futuro, estamos haciendo un gran esfuerzo y allanando el terreno para un futuro positivo para las generaciones que vendrán.”

En efecto, toda la construcción europea pivota a lo largo de estos sesenta años sobre una relación positiva y preferentemente colaboradora entre Alemania y Francia. Esto ya lo sabían los padres fundadores, incluso con anterioridad al nacimiento de la Unión Europea que se produciría a través de la Declaración de 9 de mayo de 1950. Adenauer manifestaba en un discurso el 12 de octubre de 1948 que “el futuro de toda Europa depende de una relación estable entre Francia y Alemania”. “El problema principal de Europa reside en las relaciones franco-alemanas”. Por parte francesa, Robert Schuman, un hombre modesto, “un radical que va a misa”, como lo definiera el presidente de la IV República, Vincent Auriol, basó todo su trabajo político en el entendimiento entre Francia y Alemania y precisamente articuló sobre dicho entendimiento la base de las Comunidades Europeas, para lograr la reconciliación y alumbrar para siempre la paz europea.

La Historia de la Unión Europea está llena de estos ejemplos de colaboración y entendimiento franco-alemán. Así sucede cuando en 1974 se crea el Consejo Europeo a través de una iniciativa del Presidente francés Giscard d’Estaing y del Canciller alemán Helmut Schmidt bajo la orientación del ya viejo fundador Jean Monnet quien proponía la creación de un “gobierno provisional europeo”. Muchos años después, Helmut Kohl y François Mitterrand firmaban el Tratado de la Unión dando un gran impulso a favor de la construcción de la Unión Europea, tras lograrse por aquel tiempo la definitiva unificación de Alemania. Fue precisamente la iniciativa franco-alemana la que asumiría el compromiso para la celebración de la Conferencia Intergubernamental sobre la Unión Política.

Ahora, una vez más, Alemania y Francia toman las riendas para resolver unánimemente la designación del primer Presidente estable de la Unión Europea y del Alto Representante para la Política Exterior y lo hacen inteligentemente porque nombran Presidente a una personalidad moderada con gran capacidad de negociación y por tanto sensible a sus indicaciones procedente de un país evidentemente comprometido con la construcción europea. Asimismo, es muy hábil la designación del Alto Representante en una personalidad británica, tal y como siempre preveíamos, sobre todo porque facilitará la articulación de una Política Exterior Común como verdadera que pueda resolver los dilemas pendientes en las Cumbres con Estados Unidos, China, Rusia y demás escenarios de la globalización, Política Exterior que seguirá la estela de unas excelentes relaciones atlánticas en las que manifiestamente están comprometidos Merkel y Sarkozy.
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