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Sofía y el espectáculo televisivo

Sofía y el espectáculo televisivo

martes 01 de mayo de 2007, 14:05h
Hace dos semanas coincidí en una tertulia de televisión con una exministra del Gobierno de Aznar que, nada más llegar al plató, nos sorprendió con la noticia del nacimiento de la segunda hija de los Príncipes de Asturias. A todos nos extrañó porque ninguno de los allí presentes habíamos oído nada al respecto, ni nos habían avisado de los medios de comunicación en los que trabajamos. Viendo nuestro escepticismo, ella, cargada de razones, nos explicó que venía de su casa y había visto que todas las televisiones en sus telediarios conectaban en directo con la clínica Ruber. "Supongo que si están ahí es porque ya ha nacido ¿no?", sentenció ingenua. Enseguida nos apresuramos a aclararle que las televisiones  llevaban varias semanas esperando en la puerta de la clínica ante la inminente fecha del parto, porque ahora lo que se lleva es vender humo y si no hay noticia de la que informar, se especula con la posibilidad de que se produzca.

   Cuando ¡por  fin! llegó al mundo Sofía -esa pequeña a la que han puesto el nombre de una gran reina: su abuela- las televisiones se esforzaron por hacer a toda prisa programas especiales con contenidos enlatados. Lo único realmente noticiable era el nacimiento y las explicaciones que tanto el equipo médico como el padre de la criatura dieron al respecto. No había nada mas, así que para poder seguir vendiendo humo se optó por vestir al muñeco con informaciones almibaradas e insólitas como los nombres que se habían barajado en los foros de Internet, la cantinela sobre el debate de la sucesión que no urge mientras no se aumente la familia con un varón y ¡cómo no! el repaso por los personajes esperpénticos que, al olor de la fama del minuto, se han pasado por la clínica disfrazados de caperucita roja, superman y hasta de botones.

Como el Rey ha estado desaparecido ¿dónde se encontraba su majestad para no poder conocer inmediatamente a su nueva nieta, hija del heredero? Ni siquiera en los tres primeros días hemos podido ver la imagen de ilustres visitantes de la política y la alta sociedad porque el protocolo impide que el pequeño rostro de la recién nacida sea contemplado antes por extraños que por los propios. ¡En fin! un  auténtico fiasco. Con la peculiaridad de que en esta ocasión los espectadores se han dado cuenta del asunto y los programas especiales han tenido unas audiencias decepcionantes por debajo de su media habitual. Claro que la explicación para el fracaso mediático es que doña Letizia se ha empeñado en parir en puente y eso no se hace en un país como España, que está que se sale en eso de gastar dinero.

 Al menos la madre de la criatura que, pese a quien pese, está demostrando ser una mujer valiente, inteligente y digna de la Institución que representa, ha podido recuperarse de su segunda cesárea sin tener que aguantar durante las primeras horas las molestas visitas que impone el protocolo. Supongo que siendo como es periodista se habrá ahorrado el espectáculo ofrecido por sus compañeros de profesión, pero ya se sabe que en este país o nos pasamos o no llegamos ¡que le vamos a hacer!.
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