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Carretera y manta I

Carretera y manta I

viernes 03 de agosto de 2007, 12:36h
Mi señorito fue taxativo. “Búscate la vida veraniega, Paco y sin que nos cueste una pasta”. O sea, que nada de Mallorcas regateras y borbónicas, Marbellas choriceras, blancas Ibizas, progres Menorcas o achicharradas Canarias. Y el colega Emilio, encima, en plan sádico, diciéndote eso de “me encanta editar tus textos”. Lo suficiente como para que uno, el cronista viajero, diga eso de “Porca miseria!”. Así en italiano, que se note que uno es muy leído y más viajado.

Sí, toca un verano de carretera y manta. Casi en plan mochilero y con más moral trashumante que un maquinista de Renfe. Que recorrer España (dicho sea con perdón de los que se han apropiado del copy right del vocablo) tampoco está tan mal. De dineros andamos justitos; no así de conocimientos y unas ciertas habilidades que ayudan a la supervivencia. Carretera y manta. O sea, bajar a la calle.



Porque el periplo se inicia en Escairón (concello de O Saviñao, provincia de Lugo, Galicia, natürlicht). Hoy empieza la fiesta mayor. Esto es lo que reza al cutre dazibao, hecho con maderas de deshecho y forrado con plástico cubrecolchones de Ikea, que afea la ya de por sí feísima Plaza de España. Es el pueblo del cronista. De un urbanismo feo de cojones, pero con unos alrededores preciosos. Mi pueblo, ¡qué carallo!. Y dos días que voy a echar informativamente en él. Y así, de paso, acabaré ahorrándome la ruda prueba de las comilonas de fiesta mayor.

Si hay un off Broadway, también hay un off Escairón. En la plaza, dando la vara, a decibelio perdido, la primera de las orquestas contratadas por el alcalde más cutre del pueblo más cutre de la provincia. El año pasado, en cuatro días de fiesta, se gastó 72.143 euros (doce millones de pesetas). Este año el presupuesto seguro que los superará. De momento, Joaquín González, el alcalde, pepero y con mayoría absoluta, no ha dado la cifra ni siquiera a sus concejales. A lo que íbamos. Existe un off Escairón. Vamos, que a las doce de esta noche, en la sala Avenida, doble actuación: Ian (grupo que el cronista desconoce) y como gran estrella: Miguel Costas y su Banda Turca.

Costas fue el integrante más carismático de Siniestro Total, aquel pop gamberro de los ochenta, de inequívoco acento galaico. Las mejores letras salieron de su inspiración. O sea, el tipo es un coco de muchísimo calibre. Dicen (bueno, Germán Coppini lo va llorando por las esquinas) que Siniestro debe volver. Costas, de vez en cuando, actúa con Julián Hernández, su ex compinche. ¡Ay, Julián, el instaladísimo Julián!. Una vez a la semana ejerce de columnista en la edición gallega del diario El País. Y si de él me dicen que bebe cerveza sin alcohol estoy dispuesto a creérmelo. A todos nos llega la decadencia. Incluso a alguno de Siniestro Total. Cosas de la edad.

Empiezan las fiestas de Escairón. Esta noche el pueblo (1.200 habitantes) será tomado por las gentes de la comarca. Se beberá de lo lindo. En las calles se fumará, incluso tabaco. Y habrá controles de alcoholemia por parte de la Guardia Civil. O sea, lo de siempre. Serán malos tiempos para la lírica, pero excelentes para la etílica. Porque Escairón está en el corazón de la Ribeira Sacra, tierra de buenos y cada vez más conocidos vinos. Tintos preferentemente. Monovarietales de mencía. El “Abadía da Cova”, sin ir más lejos. Con o sin madera. Un lujo al alcance del bolsillo. Ideal para quesos curados, embutidos, pulpo a feira, contundentes cocidos de Pura (la dueña del Avenida), laconadas de reglamento según arte o una buena chuleta de carne de la zona. Un tinto para tomar entre horas, siempre y cuando haya una tapa por medio. Cosa que, curiosamente, la hostelería local no hace desde hoy 3 de agosto, hasta el martes día 7. Es fiesta mayor y los bares locales tienen por norma no servir la reglamentaria tapa que acompaña el chato de vino. Peculiaridad local. Cabreo de cronista, consumidor y residente. Lo de todos los años. Por algo será que uno, durante las fiestas, salvo en las comidas, se lanza hacia el whisky. A Lareira, D’Luan, O noso lar, O Ruso, el Unión, El Rincón, El Candil, el Café Moderno, El Círculo O Saviñao y, por supuesto, el Avenida, cuartel general, refugio, salón de recibir, barra de guardia y lo más parecido a un hogar que tiene el cronista.

Esta noche toca concierto. Miguel Costas (informático en la vida civil) y su Banda Turca interpretarán, obligatoriamente, “No somos de Monforte” y “Miña terra galega”. La ironía, la sorna y la mala leche. Música de un tiempo y de un país. Pongamos que hoy toca Escairón. Y mañana noche, que actúan --pasta municipal por medio-- Álex Ubago y el dúo Pimpinela (no confundir con Acebes y Zaplana). Y antes, al mediodía, en la Devesa, un robledal de cinco siglos, paella amistosa y militante. Los de la oposición municipal montamos nuestro pórtico festero. Y, encima, dejamos el terreno más limpio que una patena.

Carretera y manta. Me lo ordenó mi señorito. Es agosto. Hay vacaciones. Al cronista le toca currar. Mañana más. Y, el domingo, Ponferrada, la capital de Olmolandia o así. Y un viaje en tren. El cronista veraniego vive peligrosamente. Y sin plus por los riesgos corridos.
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