Ella había sido rescatada en la costa de Marruecos y el mes pasado, transportada por aire, mar y tierra, de regreso a su hábitat natural. Pero Sahara decidió que eran mejor las aguas cálidas de Las Canarias y volvió a nadar miles de kilómetros de vuelta a España.
La historia comenzó el año pasado cuando un turista en las playas de Tenerife, España, no daba crédito a lo que veían sus ojos. La foca nadó cientos de kilómetros hacia España. Era una foca de casco (Cystophora cristata), un raro ejemplar de nueve meses de edad, que suele habitar miles de kilómetros más al norte, en las frías costas del Ártico.
La pequeña foca, llamada Sahara, fue rescatada en la costa de Marruecos y el mes pasado, transportada por aire, mar y tierra, de regreso a su hábitat natural. Pero Sahara decidió que eran mejor las aguas cálidas y volvió a nadar miles de kilómetros de vuelta a España.
Del Ártico al sol
Los expertos afirman que la "brújula interna" del animal dejó de funcionar. "Es difícil saber si está o no desorientada" dijo a la BBC Tamara Cooper, experta del Santuario Nacional de Focas en Cornualles, Inglaterra.
"Lo cierto es que Sahara es una foca sumamente independiente que decidió seguir su propio destino, como suelen hacer los animales", agrega. O quizás Sahara sólo quiere un poco de sol y calor humano.
Migratorias
Las focas de casco son especies migratorias y ocasionalmente suelen visitar Europa, pero siempre regresan al Ártico para la temporada de reproducción. Nada que ver con las playas cálidas de España. Sahara, sin embargo, decidió viajar mucho más lejos y terminó en la costa de Marruecos.
Cuando la foca fue rescatada la primera vez estaba desnutrida y había perdido todo su pelaje. Los veterinarios de Loro Parque, un parque temático y centro marino local, la cuidaron y nutrieron durante 4 meses.
Pero Sahara seguía completamente "calva" y en abril pasado se decidió enviarla a Inglaterra para someterla a un examen completo de salud. El animal viajó en avión hasta el aeropuerto londinense de Heathrow. Después hizo un viaje de seis horas por tierra hasta el Santuario Nacional de Focas en Cornualles.
Allí se descubrió que la foca tenía hipotiroidismo, un trastorno provocado cuando la glándula tiroides no produce suficiente hormonas tiroideas que son vitales para el crecimiento y metabolismo.
Sahara fue sometida a un estricto régimen de alimentación y finalmente en junio el animal había recuperado todo su pelaje. Los veterinarios empezaron entonces a planear su viaje de regreso a casa en el Ártico. Los expertos del centro, que ya habían rescatado focas de casco en el pasado, sabían que éstas habían nadado hacia el sur otra vez cuando se les había liberado en el norte de Escocia.
Por eso los especialistas estaban convencidos de que Sahara necesitaba ser dirigida un poco más allá, en el flujo del hielo del Ártico.