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Podemos, sin ilusión ni propuestas políticas nuevas

lunes 14 de abril de 2025, 12:57h

La ratificación de Belarra: Continuismo en medio de la decadencia

La V Asamblea Ciudadana de Podemos, celebrada en abril de 2025, confirmó a Ione Belarra como secretaria general con un 90% de apoyos, pero con una participación que cayó a la mitad respecto a 2021 y una gran diferencia respecto de los 107.000 votantes en la primera asamblea: solo 27.172 inscritos votaron frente a los 53.443 de hace cuatro años. Este dato refleja un desgaste organizativo y una pérdida de conexión con sus bases, a pesar del discurso triunfalista de Belarra, quien prometió "reconstruir" el partido y recuperar su papel como fuerza transformadora.

La ausencia de competencia interna —Belarra fue la única candidata con avales suficientes— y la consolidación de Irene Montero causante de una gran ruptura y desgaste del movimiento feminista, como número dos y futura candidata a las generales, muestran un liderazgo cerrado en sí mismo y fiel a Pablo Iglesias y sus movimientos empresariales. Aunque el partido insiste en su crítica al Gobierno de coalición PSOE-Sumar, acusándolo de ser una "izquierda dócil", su estrategia se reduce a una oposición retórica sin propuestas concretas que revitalicen su relevancia electoral. Con solo un 3,3% en las encuestas, Podemos parece condenado a ser la excelsa minoría postmoderna.

Radicalización discursiva versus inacción estructural: La trampa del "wokismo"

El partido ha adoptado un lenguaje más combativo, centrado en la denuncia del "régimen de guerra" europeo, la defensa de los derechos sociales y la inclusión de un documento antirracista en su programa. Sin embargo, esta supuesta radicalización choca con su incapacidad para romper con el marco del capitalismo postmoderno. Mientras Belarra invoca figuras históricas como Clara Campoamor o Dolores Ibárruri, su discurso se diluye en un wokismo superficial — que ninguna de ambas figuras apoyaría y mucho menos un ilustre investigador médico como Juan Negrin al que también indebidamente cita. Desdoblamientos de género, simbologías inclusivas— que no abordan las raíces económicas de la desigualdad son su doctrina.

La paradoja es evidente: Podemos criticar al PSOE por aliarse con "la derecha", pero su propia supervivencia depende de un sistema institucional que no cuestiona. Por ejemplo, su oposición al gasto militar no se traduce en una ruptura clara con la OTAN o la UE que es quien realmente lo impulsa, pilares del orden imperialista occidental. Este posicionamiento ambiguo —radical en las formas, tibio en los hechos— lo aleja tanto de la clase trabajadora como de los movimientos anticapitalistas globales y antoglobalistas.

La ilusión de la "izquierda alternativa": ¿Dónde está la ruptura?

Podemos insiste en presentarse como la "izquierda de izquierdas", pero su práctica política sigue anclada en el régimen del 78. Aunque denuncia la "sumisión" de Sumar al PSOE, su alternativa se limita a competir por el mismo espacio electoral, sin proponer alianzas con fuerzas anticoloniales o movimientos del Sur Global. La mención a partidos como Francia Insumisa o el Sinn Féin en su asamblea resulta anecdótica frente a su silencio sobre luchas clave, como la del Sáhara Occidental o la resistencia palestina, temas que Belarra sí mencionó tangencialmente, pero sin reivindicar un estado palestino independiente en la Palestina histórica.

La desconexión es aún más clara en su enfoque económico. Mientras el partido habla de "recuperar la capacidad de transformación", evita propuestas audaces como la nacionalización de sectores estratégicos (energía, banca, telecomunicaciones). En su lugar, se limita a reivindicar medidas ya desgastadas, como la defensa de la sanidad pública, sin cuestionar el modelo neoliberal que las debilita. Es la UE la que impone privatizar lo público como la sanidad y la educación y potencia la especulación inmobiliaria.

Soberanía y antiimperialismo: La ruta ignorada

La verdadera ruptura con el "tinglado" de la OTAN y la UE —como señala el planteamiento inicial— exige un proyecto soberanista al que Podemos se enfrenta y que priorice tal y como otros y otras proponemos:

  1. Nacionalizaciones: Recuperar el control público de recursos estratégicos, rompiendo con los tratados comerciales que benefician a las multinacionales.
  2. Alianzas Sur Global: Apoyar iniciativas como el BRICS, fortalecer lazos con América Latina y África, y denunciar el neocolonialismo europeo.
  3. Ruptura con la UE: Rechazar los mecanismos de deuda y austeridad, y promover una moneda alternativa.
  4. Lucha de clases: Articular un frente sindical y popular que enfrente la precariedad laboral y la privatización de servicios.

Podemos, sin embargo, sigue anclado en un europeísmo tibio. Aunque critica el "rearme militar", no propone salir de la estructura de la UE, ni cuestiona su papel en la explotación del Sur Global. Su enfoque sigue mirando a Washington —incluso en su retórica antirracista, influenciada por academias estadounidenses— en lugar de aprender de las resistencias africanas o asiáticas.

Hacia una fuerza soberanista: Lecciones desde el Sur

Mientras África y Asia avanzan en proyectos de integración regional autónomos (ej: Unión Africana, ASEAN), Podemos insiste en un discurso localista y fragmentado. La clave, como señala el texto base, está en construir una república antiimperialista y democrática, que:

  • Democratice la economía: Nacionalizar la banca, crear cooperativas industriales y agrícolas, reforma agraria y garantizar empleo público.
  • Fomente la autodeterminación: Apoyar las luchas independentistas no coloniales (ej: Sahara Occidental, Siria, Palestina) y tejer redes con movimientos indígenas.
  • Romper con Occidente militarista y neocolonial: Rechazar acuerdos con la OTAN, exigir la salida de bases militares extranjeras y promover alianzas con China y Rusia en pie de igualdad, así como con otros estados como Burkina Faso, Sudáfrica, Bolivia…

Esta visión contrasta con la timidez de Podemos, cuyo "antirracismo" se reduce a gestos simbólicos, y cuyo internacionalismo ignora a los pueblos que hoy lideran la resistencia antiimperialista.

Conclusión:

La V Asamblea Ciudadana confirma que Podemos ha elegido el camino de la irrelevancia: un discurso radicalizado en las formas, pero funcional al sistema “europeísta” y postmocapitalista como señalaría Adrián Celaya, en los hechos. Su insistencia en competir dentro del marco institucional —sin cuestionar la UE, sin defender un gran sector público— lo condena a ser una fuerza testimonial.

La alternativa no está en mirar a la ultraizquierda estéril, sino en construir un movimiento soberanista, republicano y de clase, que priorice la lucha socialista democrática, la lucha anticolonial y la solidaridad con el Sur Global. Solo así se podrá desafiar el "régimen de guerra" del capitalismo global y ofrecer un horizonte real de transformación. Mientras tanto, Podemos seguirá siendo un espectro del pasado, incapaz de entender que la verdadera revolución no se hace con eslóganes, sino con rupturas concretas. La alternativa no es el wokismo fracasado sino la recuperación de las tradiciones de la izquierda de clase, las aportaciones marxistas y la lucha por la igualdad real y total, en mi modesta opinión.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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