Charles Kindleberger, (1910-2003) fue un prestigioso economista, profesor en el MIT, y uno de los grandes expertos en historia financiera y en crisis económicas. Su obra de referencia más conocida es “Manías, pánicos y cracs” de obligada lectura para entender las crisis financieras y la formación de burbujas. Pero hay ocasiones en las que una brillante carrera académica y profesional, se ve eclipsada por un error de pronóstico por el que te recuerda la historia.
ERROR DE PRONÓSTICO
El de este economista fue esta rotunda afirmación: “el dólarestá acabado como moneda internacional”. Ese era su pronóstico, ya enunciado en 1967, y que fue formulado en The Dollar System, obra publicada en 1976. En el medio, apenas cinco años antes, el domingo 15 de agosto de 1971, el presidente Nixon, interrumpía la emisión de un capítulo de la serie Bonanza, la de mayor audiencia en la televisión norteamericana de la época, para anunciar la suspensión “temporal” de la convertibilidad del dólar en oro.
Los argumentos de Kindleberger nos resultarán familiares: la inflación provocada por el creciente déficit fiscal derivado de la financiación de la Guerra deVietnam, el deterioro de la balanza comercial, y la ruptura del patrón oro. En conjunto y esencialmente: la pérdida de confianza en la divisa. Nacía el dinero fiduciario, y un periodo de esplendor y dominio del dólar que se prolonga hasta hoy. Su valor ya es más discutible. Una onza de oro se compraba entonces por 35 dólares, y en estos días de renovada agitación, ha estado cerca de alcanzar los 3.500 dólares. ¡Un 10.000% de depreciación!
El dominio del dólar en las cinco décadas transcurridas no vendría pues de su capacidad de reemplazar al oro. Fueron la falta de alternativa, la fortaleza económica, militar y política de Estados Unidos, y la profundidad de sus mercados financieros, los que hicieron del dólar la divisa hegemónica. También esto nos resulta familiar hoy.
SI ES ASI, HOY NO EXISTE
Es razonable cuestionar si en un momento como el actual, en el que cae el orden mundial conocido para ser reemplazado por uno nuevo que está por nacer, el dólar puede mantener ese privilegio. Los argumentos de entonces del economista pueden ser ahora incluso más válidos, pues el déficit fiscal es del 7% frente al 2% de 1971, y el comercial de 1.500 millones entonces, es ahora de 1.200.000 millones. Pero también son igualmente válidos los argumentos para explicar el error del pronóstico. Al menos si las características que debe de tener una divisa que aspire al liderazgo han de ser estas. Pero igual que Kindleberger no supo reconocer valor en lo que convirtió al dólar en lo que hoy es, cabe que la divisa hegemónica que lo sustituya revista unas propiedades diferentes. Como es muy difícil escapar del llamado sesgo de actualidad tenemos que contentarnos con valorar las alternativas que revistan rasgos similares. Si es así, hoy no existe.
El euro se está beneficiando del abandono masivo de activos en dólares, algo que debería moderarse a condición de que no recrudezcan los ataques contra la Reserva Federal. En todo caso el daño al dólar está hecho, y el euro tiene una oportunidad de, al menos, acercarse a compartir parcialmente el reinado. Puede no ser casualidad que la presidenta del BCE hiciera tanto hincapié la semana pasada en la recomendación de acelerar la implementación de las reformas del mercado de capitales y la implantación de un euro digital. Poco probable, pero una oportunidad histórica.
Consejero Delegado del Grupo Omega Financial Partners. Es economista, MBA por la IE Bussiness School y en Estrategia Internacional por la London Business School. Formado en el Chicago Mercantil Exchange, es experto en Options Risk Management por O´Connell & Piper de Chicago. Conferenciante y profesor de derivados financieros y divisas en diversos programas Master. Además, dirige los Comités de Riesgo de compañías de múltiples sectores de actividad, siendo miembro de varios Consejos de Administración. Ha sido contertulio habitual de emisoras de radio, miembro del equipo editorial de diversos diarios