El pasado domingo, la ciudad de León fue sede de un acto político de relevancia para el PSOE, con la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general del PSOE de Castilla y León, Carlos Martínez. No obstante, más allá de los discursos y las polémicas declaraciones sobre la identidad leonesa que han ocupado titulares, hubo un hecho de índole institucional que reviste una falta de respeto protocolaria imperdonable: el ninguneo al alcalde de León, José Antonio Díez.
El protocolo institucional no es una mera formalidad; es el reconocimiento de la jerarquía democrática y la dignidad de las instituciones. En un evento de esta magnitud celebrado en suelo leonés, la asistencia y la ubicación del alcalde, como máximo representante de la ciudad, no solo es una cortesía, sino una obligación de respeto hacia la voluntad de los ciudadanos que lo eligieron.
El hecho de que el máximo mandatario local no recibiera el trato que le corresponde en un acto de su propio partido en su propia ciudad, evidencia un preocupante desdén de la organización hacia la figura institucional que representa a todos los leoneses.
Un desprecio que supera la polémica verbal
El foco mediático se ha centrado comprensiblemente en las palabras del señor Martínez, quien ironizó sobre la forma de nombrar a la Comunidad y, más tarde, pidió disculpas alegando que sus palabras estaban "sacadas de contexto" y buscaban un proyecto integrador.
Si bien es positivo que el señor Martínez reconozca el malestar generado -y es cierto que la provincia de León sufre un abandono institucional histórico, como él mismo admitió-, esta disculpa palidece ante el desaire de la organización del evento.
Las palabras ofensivas pueden ser rectificadas con una disculpa; el incumplimiento protocolario es un acto de ninguneo estructural que va más allá del desliz verbal. Envía un mensaje claro: que la figura del alcalde y, por extensión, la representación de la ciudad, se supeditan a la agenda e intereses de la cúpula regional o nacional del partido.
El protocolo es el respeto visible a las instituciones. Al no respetarse la obligatoriedad de asistencia y ubicación destacada del alcalde, el PSOE de Castilla y León no solo ha fallado a un compañero de partido, sino a la dignidad de la ciudad de León.
El riesgo de subestimar el sentimiento leonés
Este episodio refuerza peligrosamente la sensación de que, mientras se habla de "proyectos colectivos" y de corregir "desigualdades históricas", en la práctica, se continúa subestimando y menospreciando la singularidad leonesa.
El alcalde Díez reaccionó con contundencia, declarando que "nuestra identidad no la oculta la mofa" y reafirmando su voluntad de "seguir luchando por mi gente, el autogobierno y el futuro".
Este incidente, más que una mera anécdota, se convierte en un símbolo: cuando un partido celebra un evento en una capital y olvida el protocolo elemental con su representante, la población interpreta que ese partido, en su estrategia regional, está ninguneando a la propia ciudad.
La lucha contra las desigualdades históricas, el agravio comparativo de algunos ministros y la necesidad de un proyecto que reconozca la diversidad no pueden venir acompañadas de gestos de desprecio institucional. El señor Martínez y el PSOE tienen una oportunidad para demostrar que su compromiso con León es firme, y debe empezar por respetar a sus instituciones y a su máximo representante. Las palabras son importantes, pero el respeto institucional, la base de la convivencia democrática, lo es aún más. Por favor nunca más queremos oír “ Y TU MAS”, creo firmemente que el elegido a candidato a gobernar la Junta de Castilla y León tiene que dedicar más tiempo a aprender protocolo y sobre todo a conocer la diversidad de una tierra que fue Cuna del Parlamentarismo, un tierra con un pasado glorioso y un futuro que son las propias instituciones las que ha decidió paralizarlo.