Don Juan Carlos consideró necesario que España disponga de una acción exterior "dotada de la máxima solidez y credibilidad y, por ello mismo, ampliamente consensuada", si se quiere "mantener" el nivel de crecimiento y bienestar, y si se busca "garantizar" la seguridad y "contribuir a la paz".
En este sentido, señaló como retos la presidencia semestral de la UE que España asumirá en el primer semestre de 2010 --que supondrá una "ocasión para renovar el activo compromiso con la integración europea"-- e Iberoamérica, donde abogó por "redoblar esfuerzos" para "fortalecer" los "lazos de hermandad" entre los países que integran la Comunidad Iberoamericana.
El Rey se refirió a Iberoamérica como una región a la que los españoles se sienten "unidos de forma intensa y solidaria, y hacia la que la Corona desea seguir volcando toda su cercanía, esfuerzo y dedicación".
El jefe del Estado mencionó también al "Mediterráneo, las relaciones transatlánticas, Asia y África, y la cooperación al desarrollo en un mundo con serios desafíos de hambre y pobreza", como las áreas que completan el abanico de cuestiones a las que España deberá otorgar una "atención preferente, como país cada vez más activo y comprometido en la escena internacional".
Y es que España es, según el Rey, un país "cada vez más interdependiente cuyo crecimiento y bienestar están cada día más condicionados" por su "presencia exterior" sobre la que debe "volcar" sus mejores esfuerzos.