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El 2 de Mayo

El 2 de Mayo

miércoles 30 de abril de 2008, 13:20h
Contra lo que se suele creer, el 2 de Mayo de 1808 no marcó el inicio de la Guerra de la Independencia, sino que fue el epílogo del golpe de Estado en Aranjuez de Fernando VII contra su padre Carlos IV, ni la sublevación de Madrid contra el francés fue espontánea, sino que fue preparada por los agentes fernandinos para presionar a Napoleón a fin de que refrendara el dicho golpe, ni popular, sino orquestada por el clero y la vieja aristocracia en beneficio de sus solos intereses, ni Godoy abrió la puerta a los franceses, sino el primer Borbón, Felipe V, el que principió a convertir España, con su Pacto de Familia, en subsidiaria y subalterna de Francia, ni el 2 de Mayo galvanizó a la nación contra el invasor, si no que no se movió nadie en la Península para vengar la afrenta a los madrileños hasta que no se conocieron las abdicaciones de Bayona semanas después, ni Fernando VII representaba a España, sino el absolutismo tiránico y el Viejo Régimen, ni el citado rey depravado y felón luchó contra los franceses, sino que les invitó a invadir España (los Cien Mil Hijos de San Luis) ocho años después de acabada la guerra, ni la Iglesia emitió mensaje alguno de concordia, sino que encendió todas las hogueras de la descomunal pira de la guerra, ni fue exactamente aquella una guerra de españoles contra franceses, sino el primer enfrentamiento entre españoles en clave ideológica, esto es, una primera guerra civil que habría de dejar un germen fatal de violencia cainita, ni Fernando representaba la legitimidad por el trono si no José I por abdicación de los Borbones, ni la Guerrilla tuvo el decisivo protagonismo bélico que se le atribuye, sino que campó a sus anchas robando, matando y violando al margen -salvo excepciones como la del Empecinado- de toda eficacia militar, ni, en fin, casi nada de los que nos han contado, ahormando la historia a los intereses de nacionalismo más reaccionario, se corresponde con la verdad.

Lástima, pues, del dinero público empleado en fastos y conmemoraciones, que, abundando en la falsía, no habrá de enseñárnosla.
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