Ruibal

Nunca es tarde, ya se sabe. Porque la dicha alcanza dimensiones maravillosas. Ahí es nada, ese templo de la música en directo que es el mítico Café Central ha ganado una batalla en su guerra contra el cierre en aplicación de la ley de actualización de rentas antiguas y, hasta saber qué acontece con la guerra, sigue con su extraordinaria programación para bien de su laica iglesia de catecúmenos que adoran este altar en cuyo escenario sólo ofician los mejores. Como el inigualable, único, irrepetible y polifacético Javier Ruibal a partir de este lunes 12.

Uno de los grandes/grandes de la música española, cuyas canciones forman parte de la memoria histórica, pasional y compulsiva de más de una generación nos lo pide en su reciente disco: 'Quédate conmigo'. Además, en su gira de presetación, llega el turno de hacer el paseíllo en la plaza más emblemática, Madrid, y dentro de ella de su más importante sala, del Templo de la Música, este viernes y sábado. Pongamos que se habla/escribe de Javier Ruibal y de Galileo Galilei.

Súmese un intérprete -categoría superior a la de cantante- y compositor de los grandes/grandes, y un escenario de conciertos mágico y mítico. ¿Cuál es el resultado? Una gran noche de música. Que para eso es la Sala favorita del artista desde hace décadas. Pongamos que se habla/escribe de Javier Ruibal y la Galileo Galilei. Este jueves el gaditano regresa a 'su' escenario con sus temas de siempre y quizás con algún adelanto de su nuevo disco.

Es uno de los grandes/grandes de la música española. Es independiente: jamás se vendió a radiofórmulas y basuras similares. Es el poeta de la canción. Es mucho más que un cantante: es un intérprete. Además, comprometido con la realidad social y sus problemas. Además, claramente inclinado hacia los desfavorecidos. Tanto como fustigador de los poderosos. Pongamos que se habla/escribe de Javier Ruibal. Que este viernes vuelve a Madrid.

Uno de los grandes/grandes vuelve a 'su' escenario. La mágica y mítica sala Galileo, camino de cumplir 30 años de servicio a la buena música, se ilumina de nuevo. Merced a la actuación de un artista polifacético -compositor, cantante, guitarrista, letrista, poeta, intelectual comprometido...- Pongamos que se habla/escribe de Javier Ruibal.

Esta es la crónica de un triunfo anunciado. De la apoteosis. De la estética, sí. Pero también de la ética. Artística, sí. Mas también personal y comprometida. Una vez más, Javier Ruibal desplegó en la Galileo, sublime sin interrupción, toda su cohetería de intérprete único y genial, con sello y vitola propios y abrió de nuevo la virtual Puerta Grande de Madrid

Sublime sin interrupción. Oveja de ningún rebaño en su (inmensa) calidad musical y humana. Siempre con sello y vitola propios. Pongamos que se habla/escribe del polifacético músico Javier Ruibal. Que vuelve a uno de sus templos sagrados o, mejor, laicos: la Sala Galileo de Madrid -donde grabó uno de sus mejores discos, 'Lo que me dice tu boca'- con un concierto a pelo, sin trampa ni cartón; con sus mejores armas pacíficas: guitarra, voz y poesía. No sólo el éxito está asegurado, también que las fibras sensibles de los afortunados asistentes se estremecerán, como siempre.