Malos tiempos para la opción de centro-liberal que representa Ciudadanos en España tras sufrir otra 'desaparición' electoral, esta vez en Andalucía, y parece que se aproxima al final total en la política nacional.
Ya ocurrió en la Comunidad de Madrid, donde pasó de socio del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso a no formar parte de la Asamblea madrileña y en Castilla y León se quedó de manera testimonial, con un único escaño, tras haber formado también parte de un ejecutivo de coalición con el PP.
En Andalucía ocurre por tercera vez, y si contamos la debacle en Cataluña en 2021, pasando de ganar a quedarse en 6 escaños, el presagio para los de Inés Arrimadas es fatal de cara a las citas en las urnas en 2023.
Casi se da por hecho que desaparecerá del Congreso de los Diputados o en el mejor de los casos mantendrá una presencia testimonial, donde apenas tiene ya 10 diputados. En el resto de comunidades autónomas donde hay elecciones se espera lo peor y más de lo mismo en las municipales.
Origen del problema
Todos los expertos apuntan a un único origen: la política de pactos que impuso el ex líder del partido, Albert Rivera, en 2019. Después de gobernar con el PSOE en Andalucía, abriendo una senda distinta de entendimiento, se vio reforzado y recompensado con un éxito total en las siguientes elecciones andaluzas. Pero escogió al PP de socio, como hizo en Madrid, Murcia, Castilla y León...
Esas relaciones terminaron saliéndole 'rana' a los naranjas, con grandes decepciones e incluso duros enfrentamientos como ocurrió en Murcia, presentando una moción de censura contra el presidente López Miras, al final socorrido por Vox.
Su feroz oposición al PSOE y al 'sanchismo' le valió ganarse una posición de línea dura dentro de la derecha, alinéandose con PP y Vox en tiempos de Pablo Casado, y formando parte de la famosa 'foto de Colón'. Desde entonces firmó su sentencia, creen muchos politólogos. Al aproximarse a una opción más del electorado de derecha, perdió el centro y también a ese reducido electorado, tan voluble y cambiante, que optó por el PSOE o el PP, volviendo a las clásicas fórmulas del bipartidismo.
Arrimadas llegó en marzo de 2020 como solución y única alternativa tras la salida de Rivera, quien vio desplomarse a Ciudadanos en la repetición electoral de las generales de 2019, quedándose en 10 escaños, pero nunca ha conseguido remontar el rumbo. Su sucesor perdió toda opción en Cataluña, y después llegó la gran decepción en Madrid, Castilla y León...
Qué le queda a Ciudadanos
Ya sólo le queda en estos momentos la presidencia de Melilla con Eduardo de Castro y una pequeña representación de poder en el Ayuntamiento de la capital, Madrid, con la vicealcaldesa Begoña Villacís, pero nadie espera que pueda resistir más allá de conseguir algún concejal a partir de 2023.
De momento hemos visto la dimisión de Juan Marín, como renunció también Ignacio Aguado en Madrid y pocos creen que Arrimadas tenga excusas para continuar al frente del partido en 2023, cuando se confirmen los peores augurios. Su liderazgo ha ido en estos años de más a menos, perdiendo su brillo y con las ausencias por maternidad restándole más presencia pública si cabe.
Llegó tarde Arrimadas a darse cuenta que apoyando al PP en gobiernos y alcaldías perdía relevancia la marca electoral de distinción, entre la derecha clásica y el centro-derecha liberal, y ya no hay margen para rectificar.
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