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Debate en TVE
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Debate en TVE (Foto: Captura TVE )

"Yolanda y Pedro" formaron una sociedad inquebrantable contra un Abascal que supo resistir y ocupar el espacio del ausente Feijóo

miércoles 19 de julio de 2023, 14:11h

Hubiera llamado la atención lo contrario, pero sin duda que lo más destacado del debate final en esta campaña de las generales fue ver la enorme y completa colaboración entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Ambos se intercambiaron continuos guiños y halagos, compartieron golpes al rival y causaron simpatía en éste por llamarse entre ellos con sus nombres de pila, "Yolanda" y "Pedro".

Una sociedad orgullosa de colaborar juntos y que siguió una clara estrategia común de cargar contra su único contendiente, un Santiago Abascal de Vox que fue el de los plenos en el Congreso, sin salir una coma del guión. Se mofó de la complicidad de sus adversarios esta noche, y fue él mismo, sin decepcionar a nadie.

Estuvo a la altura, como es habitual, dentro de sus márgenes, porque se limitó a repetir los lemas y reinvidicaciones de un sector de la sociedad que opta por cuestiones más conservadoras en lo social y menos progresistas y socialistas en lo económico. Le vino bien, en realidad, la ausencia de Feijóo pese a que ello supusiera estar en clara desventaja numérica. Se encontró a gusto, fue el único que pudo exponer su programa de derechas y el PP perdió una oportunidad única. Hubiera valido que Feijóo, como ya hizo Rajoy una vez, enviara a una persona de su máxima confianza. Pero ni por ésas.

Bloque económico

Díaz y Sánchez cambiaron el guión de lo esperable en este bloque y no dedicaron mucho tiempo a presumir de cifras, sino a contraponer modelos con la derecha. Abascal repitió los mantras de sus votantes, como las quejas por la carestía de la vida o lo que supone ser más 'verdes': energía más cara a corto y medio plazo y movilidad no tan accesible en lo que se refiere al monedero.

No hubo, sin embargo, choques grandes de cifras y desmentidos de cifras, cómo sí ocurrió en el debate cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Pero Abascal cometió el error de la velada al afirmar tranquilamente que Bildu había apoyado la reforma laboral del Gobierno, cuando los abertzales, al igual que los independentistas catalanes, se negaron a votar que sí. No hicieron demasiada sangre con el presidente de Vox, y el guante blanco que representó las relaciones entre los candidatos de PSOE y Sumar debilitó la contienda. El moderador, Xabier Fortes, incluso les animó, cuales púgiles, para que hubiera algo de sangre sobre el ring. Perdón, el plató.

Díaz fue más combativa que su socio "Pedro", y con su experiencia en el ámbito laboral supo dónde golpear a la derecha en términos de mejorar derechos de los trabajadores, mejores prestaciones sanitarias, más derechos sociales... Sánchez no estuvo mal a la hora de dar buenos datos, que fueron muy acertados y gráficos, como cuando recordó lo mucho que cuestan las estancias hospitalarias, los trasplantes de órganos o los estudios universitarios. Recordo que todo ello es accesible e incluso gratuito para los ciudadanos por el Estado del bienestar, y que todo ello corría peligro si ganaba la dupla PP-Vox estas elecciones. El viejo recurso de meter miedo con que "viene el lobo". Algo que, por cierto, no está funcionando.

Medidas sociales y pactos

El debate, que hasta ahora había caminado por senderos bastante calmados, se endureció cuando tocó hablar de derechos sociales. De la ley del sólo sí es sí, de la ley trans, de la violencia de género... era el bloque que lógicamente le venía bien a Abascal y donde tenía más que rascar a sus rivales. Las liberaciones y rebajas de condenas a delincuentes sexuales lleva meses siendo un regalo electoral para la derecha y el líder de Vox lo explotó todo lo que pudo.

Enfrente tuvo a un Sánchez moderado, que no se alteró, y a una Díaz que fue más combativa. Le llegó a sacar la fotografía de 2 dirigentes de Vox en Valencia que fue otra de las imágenes del debate, y Abascal aguantó los puñetazos sin inmutarse. Le reprochó a la ministra de Trabajo que la foto estaba sacada de contexto y que sus compañeros no se estaban riendo de una reciente víctima de violencia de género.

Y si es cierto que jugaba a favor de Abascal tanto este bloque temático como el hecho de tener más tiempo para representar las posturas de la derecha y la España más conservadora, el candidato de Vox no lo hizo lo mejor que pudo. No habló apenas de okupaciones ni de inseguridad ciudadana, otros de sus fuertes en campaña, y Díaz se afanó por arrebatar algo de votos a Sánchez por su excesiva moderación. Sí es cierto que Abascal llego a proponer un referéndum sobre inmigración, enfrentándose a sus rivales de izquierda.

Se notó que a Sánchez sus asesores le pidieron dar una imagen centrista y atraer el voto moderado e indeciso, sin dar una imagen de extremos. Pero su excesiva tranquilidad llamó tanto la atención como su enojo y postura tan alterada que vimos en el cara a cara con Feijóo hace semana y media.

El ausente

Sería mentira decir que Feijóo, el gran ausente, fuera por ello también el gran protagonista. Para nada. Es cierto que fue muy mencionado, y que en los reproches que Sánchez y Díaz hacían a las derechas iba en el pack. Pero se habló bastante poco de él y no fue hasta las 23:19 horas que salió a colación la ya icónica y famosa foto de sus vacaciones en el mar con el narco gallego Marcial Dorado.

Habrá que saber si formaba parte de un pacto, pero fue Díaz la que, como en estos pasados días de campaña, plantó más cara al ausente Feijóo por este delicado asunto de su vida personal y Sánchez sólo lo mencionó para reprochar a Abascal que no respondiera a su potencial socia de gobierno sobre este tema.

No fue tanto por Feijóo, pero las exigencias de Díaz por buscar respuestas concretas de Abascal dio lugar al único choque real del debate, que fue en general bastante calmado. El líder de Vox se envalentonó y se plantó ante la candidata de Sumar exigiéndola que dejara de hablarle en ese tono y obligándole a responder. Un choque, como decimos, también descafeinado, como este debate constructivo del que hay que valorar precisamente eso: fue para escuchar propuestas y confrontar ideologías y posiciones, y no aguantar insultos e interrupciones.

Ganadores

De ganadores, mejor no hablar. Eso deben decidirlo los ciudadanos, que son los que también elegirán presidente. La realidad es que Díaz fue más emocional, se esforzó más por atraer voto y supo arrebatar espacios y protagonismo a Sánchez, quien presentó un perfil discreto, sabedor éste de que eso gustaría a sus votantes y al mencionado sector de moderados e indecisos.

Abascal, sin duda, sería el otro destacado, porque acaparó la atención de la derecha y perfectamente habrá podido gustar también a los votantes del PP. ¿Cómo lo hizo? Bajando el tono sin perder autenticidad e intentando seducir a ciudadanos que perfectamente podrían declinarse a última hora por su papeleta verde en lugar de la de color azul.

Y si ganó alguien fue TVE, a 'Antena 3, y por goleada. Esto, más allá de opiniones personales, fue un debate. Lo del cara a cara del lunes 10 de julio fue un mal combate que los moderadores no supieron redirigir a algo constructivo para los votantes.

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