La victoria del bloque progresista en la sesión constitutiva de las Cortes ha sido al mismo tiempo un especial y duro e inesperado golpe para el PP.
No sólo perdió la votación para presidir el Congreso, sino que se constataron 2 cosas: que los nacionalistas más complicados pueden llegar a apoyar a Pedro Sánchez con algunas cesiones y que hay grietas en su alianza con Vox.
Las derechas votaron ayer divididas en la Cámara Baja a la hora de votar por el candidato a presidirla, de manera que Vox se negó a apoyar a la 'popular' Cuca Gamara, humillándola en directo y de manera inesperada.
El rostro de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, sentado a su lado, lo decía todo: el aliado necesario para intentar lograr la investidura, Vox, se desmarcaba y votaba a su propio candidato, Ignacio Gil Lázaro. Por cierto, un ex miembro del PP, como muchos de los miembros de ese partido.
Que a Gamarra sólo la votaran finalmente 139 diputados, los 137 del PP y los 2 de UPN y Coalición Canaria, fue una humillación política y un batacazo que pocos esperaban. Lejos se quedaban los 178 de la socialista Francina Armengol, que podría haber ganado simplemente con los votos del PSOE y Sumar, sin que hubieran sido necesarias negociaciones con los independentistas.
Vox se desmarca del PP
Pero lo que hizo que Vox se desmarcara de la candidata del PP fue el hecho de que la formación de Génova 13 se negara a dar un puesto a los ultraderechistas en la Mesa del Congreso, una vieja reivindicación de los de Santiago Abascal.
Vox no dio crédito a este veto y no entendió cómo con sus 33 diputados no tenía un hueco en el órgano de gobierno del Congreso, cuando por ejemplo Sumar ha obtenido finalmente 2 lugares en esa Mesa. Los compañeros de Yolanda Díaz fueron cuartos en las elecciones generales, con 2 diputados menos que Vox.
Murcia sigue en el aire
Ahora la duda es saber hasta dónde llegará la grieta que se ha abierto de nuevo entre PP y Vox. Ambos son socios en varias comunidades autónomas y ayuntamientos clave por toda la geografía nacional, y sigue pendiente saber qué ocurrirá en Murcia, la única comunidad autónoma aún sin gobierno tras las elecciones de mayo.
Allí, el presidente en funciones, Fernando López Miras, se niega a dar cabida a Vox en un gobierno de coalición porque considera que apenas son necesarios los apoyos de este otro partido para gobernar, además de que el PP, por sí sólo, tiene más diputados que toda la izquierda unida. Sin embargo, Vox no cede y se niega si quiera a abstenerse en la votación, por lo que si vota en contra de Miras a modo de reprimenda, éste no conseguirá la investidura y habría que repetir los comicios.
Mientras, las relaciones son complicadas en ejecutivos regionales compartidos, como en Castilla y León, pero también Comunidad Valenciana, Extremadura o Aragón.
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