Pedro Sánchez es el político de los motes y las frases hechas. Que si "más sabe por perro que por Sánchez", que si nunca se le pueda dar por muerto, que si la resilencia...
La realidad es que todo pintaba mal para el Gobierno y el PSOE en los últimos meses tras tener que aprobar la ley de amnistía, con el desgaste que le ha supuesto en votos, pero parece que los socialista empiezan a remontar.
Los datos económicos del país siguen siendo buenos y las peores tormentas se disipan, incluido el famoso 'caso Koldo', que durante unas semanas parecía que incluso se podía llevar por medio al Ejecutivo por este escándalo de las mascarillas.
Pero las encuestas reflejan que ya no son tan grandes las distancias con el PP y aunque en Galicia Sánchez y los suyos se llevaron un fuerte rapapolvo ante Feijóo y los suyos, en Euskadi han iniciado una remontada.
Resultados vascos
La realidad es que, sin aspirar a poder gobernar, el resultado obtenido por el PSE-EE en Euskadi no podía ser mejor: amplía de 10 a 12 su presencia en escaños en el Parlamento de Vitoria, para empezar.
Pero al aumento numérico le acompaña una capacidad de influencia clara en el próximo Ejecutivo vasco, que claramente será para el PNV en solitario, con apoyos externos de los socialistas.
El PSE se asegura influir en las políticas regionales y se ahorra el desgaste de formar parte del gabinete autonómico. Además, con sus socios de Sumar se lleva una ligera alegría más: confirma que este partido sigue vivo, por delante de Podemos, que ya es formación 'cuasi-enemiga', y siempre a años luz del PSOE.
Cataluña
Y antes que nada, este resultado supone un claro empuje para el optimismo en Cataluña. Salvador Illa pretende repetir la misma victoria que obtuvo en 2021, y aunque luego los partidos nacionalistas puedan impedir que gobierne, el PSC será determinante.
Además, está por ver cómo serán las alianzas posteriores a ese domingo 12 de mayo. Junts y Esquerra parece que han separado caminos desde hace tiempo y las relaciones no andan por sus mejores momentos. Se ve casi imposible un nuevo pacto para poder perpetuar un gobierno independentista, y eso supone que si Illa gana, tiene el derecho a comandar el cambio como president de la Generalitat. Está por ver qué hace ERC: si apoya y se une a un gobierno de coalición, como en los tiempos de Maragall y Montilla, o si cierra un nuevo y complicado ejecutivo con los de Puigdemont. La alternativa sería impedir que haya una investidura y forzar unas nuevas elecciones. Pero el coste de tal cosa está por determinar a quién perjudica más.
Sánchez y el Gobierno central
Nada cambiará tampoco en el Gobierno central: el PNV está más atado que nunca, ahora, a apoyar el gabinete de Sánchez. Le va la vida en ello porque han entrelazado sus destinos.
Sánchez también obtiene buenas noticias desde el mundo de izquierda abertzale: porque como ocurre con Cataluña con Esquerra, parece que el electorado de estos partidos no ve con malos ojos los pactos con el PSOE en política nacional.
No ha habido voto de castigo y BIldu percibe así que no tiene que cambiar el guión en Madrid, por mucho que le moleste ver cómo los socialistas hagan lehendakari a Pradales y no a su candidato, Pello Otxandiano.
El único problema para Sánchez parece seguir siendo el mismo: Junts. Sus 7 apoyos en el Congreso seguirán en la cuerda floja todos estos años pese a la ley de amnistía.
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