Hace 39 días que el volcán de la isla de La Palma entró en erupción y desde entonces la región se ha visto sumida en un caos de coladas de lava, piroclastos, gases nocivos e innumerables terremotos, algunos alcanzando los 4,9 grados de intensidad.
El cono principal volvió a sufrir derrumbes hace pocos días provocando que el caudal de lava se incrementase, aunque hasta hoy había discurrido por las coladas anteriores sin causar más daños.
Pero el volcán y las coladas, como todo lo referente a la naturaleza, no entiende de dogmas y puede cambiar en cuestión de segundos, por lo que las autoridades están siempre pendientes ante cualquier modificación.
La lava había dado cierta 'tregua' a los habitantes de las zonas afectadas hasta hoy, cuando un ramal de la colada 3 ha acabado por destruir varias edificaciones que se habían salvado hasta ahora de las anteriores coladas. Ha ocurrido en la zona de Las Manchas. Una colada que prosigue su avance y que según los científicos que se encuentran sobre el terreno, esperan que acabe por unirse a la colada primigenia y llegue al mar.
911 hectáreas de la isla azotadas por la lava
Según los cálculos del programa Copernicus, el avance de la lava del volcán ha afectado ya a 911 hectáreas de la isla y ha dañado o destruido 2.183 edificaciones.
Debido a ello, alrededor de 7.000 vecinos permanecen desalojados de sus hogares, algunos de ellos de forma preventiva y otros muchos tras haber perdido su casa engullida por las coladas de lava.
Los expertos que están analizando cada minuto de la erupción han corroborado un aumento en la emisión de dióxido de azufre, unas tasas muy altas (más de 37.000 hasta la fecha) que preocupan por mermar la calidad del aire, por lo que se podrían decretar nuevos confinamientos en algunas zonas si el aire empeora.
Además, las altas tasas de este gas que está expulsando el volcán reflejan que todavía tiene mucha actividad por delante, así lo señalan los científicos, que han avisado que el fin no está cerca.
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