Ibarra aboga por ofrecer una tregua a ETA y no a la inversa

Allí no cabía ni un alma. Entre el nutrido elenco de dirigentes del PSOE, de antes y de ahora, se encontraban desde algunos ministros de Zapatero como Celestino Corbacho, de Trabajo e Inmigración; Miguel Sebastián de Industria; Magdalena Álvarez, de Fomento o Bernat Soria, de Sanidad y Consumo, al presidente del Congreso José Bono;  los ex dirigente del ministerio del Interior con González, Rafael Vera y José Luis Corcuera así como diputado como  Francisco Fernández Marugán; Rafael Simancas y el eurodiputado Alejandro Cercas López Aguilar,  el miembro de la ejecutiva socialista Antonio Hernando .

En definitiva, una lista interminable de invitados, entre los que sorprendió ver al ex dirigente del PP, Francisco Álvarez Cascos y su mujer, que tuvieron que escuchar las intervenciones de pie porque no ya no quedaba un sitio libre. Su amistad con Ibarra se remonta a cuando éste era ministro y fue duramente criticado dentro de su propio partido por su segundo matrimonio con la jovencísima Gemma Ruiz. Entonces el presidente extremeño le defendió públicamente iniciando entre ellos una cordial relación que ha perdurado en el tiempo.

Ante este variopinto auditorio, Felipe González ha confesado un cosa que jamás había revelado hasta ahora refiriéndose a la sonada dimisión en 1991 de Alfonso Guerra -como consecuencia del escándalo desatado por el caso de su hermano Juan-, en un Congreso regional de Extremadura en presencia de Rodríguez Ibarra. "Yo no lo hubiera cesado, creí que tenía que dimitir, pero aunque no hubiera hecho, yo jamás le hubiera cesado”, desveló González retrotrayéndose en la historia mientras miraba a su ex compañero de tantas fatigas en el PSOE, al que, sin embargo, no llegó a saludar a su llegada al acto. 

Ya en su intervención, el propio Ibarra apostó porque ambos terminen de una vez por todas por “reconciliarse”. El ex presidente de la Junta de Extremadura opinó que, precisamente, la abrupta ruptura de relaciones entre ambos fue la causa de que el PSOE perdiera las elecciones después de más de catorce años gobernando. Si no se hubieran enfriado sus relaciones, Ibarra está convencido de que “la derecha de Aznar no habría gobernado”. El ex dirigente de la Junta extremeña no tuvo pelos en la lengua y cargó contra el PP, en presencia de Álvarez Cascos, por obstaculizar los pactos de Estado propuesto por su partido.  En este sentido, reclamó un nuevo acuerdo entre los dos grandes partidos para restar poder a los nacionalistas, a los que  acusó de ser los causantes de todos los males, de fomentar las desigualdades entre las autonomías y de ser ‘insaciables’ en sus reivindicaciones. Vamos, que sin su presencia todo iría mejor en España, pero ya puesto a soportarlos, lo más razonable para Ibarra es que dejen de tener representación en el Congreso y se mantengas únicamente en el Senado, para lo que haría falta una reforma de la ley electoral de acuerdo con el PP, claro.

En su largo intervención Ibarra abogó también por dar la vuelta a la ‘tortilla’ y que sean los partidos democráticos los que tomen la iniciativa como fórmula para acabar con el lastre del terrorismo y, siempre con el consenso entre el PP y PSOE, llamar  a ETA a negociar. “Que sean los demócratas los que les ofrezcan una tregua y no al revés”, dijo el extremeño, poniendo como ejemplo al presidente de Colombia, Álvaro Uribe.  “¿Por qué él si lo ha podido hacer y nosotros no?", se preguntó en alto.