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Sociedad en el espejo

Sociedad en el espejo

martes 18 de noviembre de 2008, 05:41h
En esencia no son las leyes quienes hacen inclusión o justicia social, tampoco la economía por si sola genera desarrollo, ni la ciencia política ni ninguna otra ciencia social trasforma la sociedad de forma estructural, su trabajo es diagnosticar y tratar de describir la realidad en sus múltiples áreas de estudio para brindar herramientas que al fin de cuentas pueden ser bien o mal empleadas según la subjetividad de cada quien.

Más propiamente es la sociedad la que cambia y se transmuta para que por inercia le sigan las leyes, la economía, la política, la cultura, etc.  Por lo que el proyecto de constitución que debe ser sometido a referéndum no es más que un saludo a la bandera, esto debido a que para conocer e identificar lo que piensa la gente, sus principales problemas, esperanzas y deseos no hay que recurrir a ningún gurú de la política, tampoco al instinto de los iluminados colaboradores, ni mucho menos a los círculos sociales más cercanos, más bien es preciso desarrollar investigaciones serias y periódicas, elaboradas por equipos de profesionales interdisciplinarios,  especializados en estudios y sondeos de profundidad, es que aplicar recetas criollas o prefabricadas a sociedades tan complejas y diferentes puede ser catastrófico, aun cuando se atraviesa por cierta tendencia internacional, es en el escenario y contexto local que se define el destino de los pueblos.

Para comprender de forma mediana la coyuntura nacional partamos de algo básico y socialmente aceptado, “en términos generales la política y los políticos tienden a ser muy aburridos”, sobretodo en una sociedad como la boliviana; premoderna, arcaica, insuficiente de instituciones y valores democráticos, con preferencias electorales mesiánicas, inmediatista y autoritaria, donde priman los intereses del partido, del grupo, del gremio, del sindicato, de la comparsa, de los “con o sin” (agua, tierra, techo, diesel, etc.), es natural pues que la ley abstracta no gobierne y el Estado de derecho se aplique solo  para quienes no detentan el poder.  Acompañemos esto con las mega tendencias mundiales en materia de comunicación y constataremos que vivimos la era del ocio y el entretenimiento, la atención de la mayoría de los potenciales electores gravita entorno a la superficialidad mercantilizada de los medios de comunicación masiva, principalmente la televisión (que despierta emociones verdaderas sobre ambientes ficticios), Internet (juegos, comunidades, chat, etc), cine, espectáculos banales y novelas para todos los gustos.

En este escenario no es coincidencia ni casualidad que los grandes estadistas, con sus discursos pomposos, académicos y complejos filosóficamente hablando hayan pasado de moda y si todavía existen de por echo que nadie los escucha. Por supuesto que esta es la hora del populismo demagógico, de la trivialidad cómica y trágica, ¿acaso ha podido alguien competirle en este contexto al presidente de la república?, con sus arbitrariedades, populismo belicoso, informalidad espontánea y folklorismo cómico, es la viva expresión de la tendencia latinoamericana y sobre todo de buena parte de la sociedad boliviana.   
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