Enrique Arias Vega o la diablura de levantar tejados

En el caso de nuestro querido amigo, el periodista Enrique Arias Vega, no sabemos a qué diablo habrá liberado de su redoma para que lo trasporte por los aires y le ayude a levantar los tejados, en este caso los valencianos, para ver dentro y contarlo. Pero, sea como sea, nos cuesta creer que el tal diablo sea cojuelo, ya que la gran variedad de personajes, situaciones, espacios y enfoques que nos muestra Enrique habrán exigido altos vuelos y una velocidad y un dinamismo extraordinarios. Y es que no hay nada como sobrevolar con gran perspicacia nuestra sociedad, para que nos adentremos en lo más entrañable, lo que se cuece en sus entrañas.

De estas crónicas introspectivas que rezuman vida, ya tuvimos la suerte, el pasado año, de que Arias Vega publicara en el Centro “Francisco Tomás y Valiente” Alzira-Valencia, de la UNED, su obra Personajes de toda la vida. En aquella ocasión, de una forma elegante y amena, nos deleitó con una serie de semblanzas de personajes, de lo más variopinto: políticos —Franco, Fidel, Camps, Carrillo…—; escritores —García Márquez, Vargas Llosa…—; artistas —Jodie Foster, Concha Piquer, Adolfo Marsillach… Una galería de caracteres y un dominio expresivo al retratarlos que han hecho de este volumen uno, no me atrevo a decir el más ameno, pero pudiera serlo, de nuestra “Colección Literatura”, Serie Cronistas Valencianos.

Por eso hoy nos alegramos de que haya contado con nosotros para publicar Valencia, entre el cielo y el infierno, un nuevo libro en el que recopila una serie de artículos que, en su día no muy lejano ─ de junio del 2006 a mayo del 2008 ─, fueron apareciendo en la prensa, tanto local como nacional.

Seguramente, la lectura de estos artículos nos sirva para conocer mejor los cambios que ha sufrido nuestra ciudad en los últimos años, a sus políticos, sus costumbres, los temas que nos traen y distraen, las polémicas que nos ocupan o despreocupan… En definitiva levantar los tejados y mirar para entrever, “entre el cielo y el infierno”, lo que cubren las fachadas: “Verdades soñadas”, como rezaba el paradójico subtítulo de la novela de Vélez de Guevara. 

Aquella obra resulta sumamente representativa del barroco literario español, por su sátira descarnada y pesimista, sus toques picarescos, incluso por el oscurecimiento expresivo que le dan los excesos conceptistas: la abundancia de metáforas descabelladas y los rebuscados juegos de palabras, los equívocos y las frases convencionales de difícil o imposible comprensión en nuestra época, etc. Pero no tema el lector, en el caso de Valencia, entre el cielo y el infierno, no vamos a discutir si se inclina más por “lo clásico” o por “lo barroco” pero sí podemos afirmar que, lo más importante, es que, sin acritud, nos hará disfrutar de nuevo con la prosa comunicativa en su más alto grado: ágil, elegante y cercana, como lo es la de nuestro amigo Enrique Arias Vega.