La mayoría de ellos tenía alguna conexión con el
aeropuerto de Barajas (Madrid), donde ayer la aerolínea española ha tenido que afrontar una serie de reclamos y quejas de usuarios.
Muchos de ellos provenían de inmigrantes latinoamericanos, entre ellos de Ecuador, que viajaban a sus países por la temporada navideña. Ayer se repetían las escenas de quejas, cansancio y frustración, en la zona de chequeos y frente a las pantallas de avisos.
El problema empezó el sábado, cuando se registraron los primeros retrasos y cancelaciones. El lunes fue el peor día: 53 vuelos no salieron a sus respectivos destinos, la mayoría desde Madrid. Ayer, hasta el mediodía, ya había 11 cancelaciones.
Fuentes de la compañía dijeron a EL COMERCIO, que se trata de una “huelga no declarada” de los pilotos. “Estamos analizando caso por caso para saber qué ocurre.
Aparentemente, hay casos concretos en los que las tripulaciones están actuando de manera extremadamente estricta a la hora de aplicar ciertos temas laborales. Pero cuando eso se produce sin motivación no es legal. De todas formas, la puntualidad ha bajado de un 85 a un 60%”, aseguró un vocero de la compañía que prefirió no identificarse.
Esa misma incertidumbre era lo que obtenían como respuesta los viajeros que ayer intentaban partir a sus países, desde Barajas. El chileno José Hidalgo llevaba ayer dos días intentando salir de España para su país. “Ayer debíamos salir a las 21:30 desde Barcelona y salimos a las tres de la mañana. Nos llevaron a un hotel a esa hora y hoy nos trajeron al aeropuerto a las ocho. Son casi la una y aún no salimos”. Este obrero de la construcción pagó 1 700 euros para pasar las fiestas en Santiago, junto con su esposa y su hijo.
“Compré el pasaje en Iberia, porque no quería que me pasara esto precisamente. Nos dicen que hay una huelga, pero no nos dan soluciones. Mi familia me ha llamado toda la mañana. Ya he perdido al menos dos días de mi viaje, porque ahora me dicen que iremos primero a Lima”.
La colombiana María Saa también estaba varada ayer en el aeropuerto de Madrid. Con su niña de 2 años y medio en brazos y otra hija de 15 años, esperaba la llegada de sus maletas, desde Turín, Italia. Compró pasajes de 1 700 euros para ella y sus dos hijas mayores. Por la pequeña pagó 985.
“Pagué casi 6 000 euros en pasajes y aquí estoy, sin saber cuándo voy a llegar a Cali. Me dijeron que facture las maletas hasta Madrid para que lleguen bien. Ahí tengo los regalos que llevo a mi familia y mi ropa para los compromisos sociales que tengo en estos días. Si no llega, tendré que gastar otra vez. Nadie me da una respuesta, solamente me dicen que tratarán de mandar mis maletas a Bogotá, cuando yo vivo en Cali. Mi conexión es a las 13:15 y son más de las once”.
En las oficinas de información del aeropuerto de Barajas, la chilena Carol Cubillo preguntaba cómo poner una reclamación. Su vuelo salió con retraso desde
Barcelona el lunes y el que la debía llevar a Santiago de Chile fue cancelado. “Ahora me mandan a Lima, sin explicaciones. Llevamos meses esperando para viajar a nuestra tierra, pagamos más de
1 600 euros por cada pasaje y aquí estamos”.
El trasfondo del conflicto es un tema laboral: la negociación del convenio de pilotos, que continúa hoy en Madrid. Uno de los puntos polémicos es la participación del personal de Iberia en la futura fusión con
British Airlines.
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