La DGT a toda pastilla; Fomento, no

La Dirección General de Tráfico cada día avanza más en la persecución contra los conductores infractores. Bien. Acaba de presentarse un nuevo sistema para agilizar la tramitación de las multas de tráfico a través de un control central que permite que las denuncias lleguen antes al infractor, llamado Centro de Denuncias Automáticas. Bien.

Cada día son más los dispositivos de radar para cazar a quienes sobrepasan la velocidad permitida. Cada vez son más activos los “comepuntos” (ñaca-ñaca) del carnet de conducir. Todo un mecanismo en marcha para hacer cumplir las normas de circulación, para que los infractores paguen las multas y vean cómo disminuye su crédito de puntos. Bien.

Pero los conductores deberíamos tener los mismos recursos para exigir igual celeridad a la hora de defender o reclamar nuestros derechos, y esto no es así. Con la misma rapidez deberían tramitarse nuestras reclamaciones. Con idéntica eficacia habría de atenderse las demandas para que las carreteras se mantengan en buen estado de conservación, para reparar los desperfectos en el firme que ponen el peligro en la carretera.

Si un conductor tiene que reclamar daños y perjuicios por un reventón del neumático, por un daño en las llantas o por un desperfecto en la suspensión, derivados de un bache no reparado, ¿a quién podemos demandar? ¿cuál es la vía rápida y eficaz para que se nos indemnice por los daños sufridos a consecuencia de una negligencia en la conservación del pavimento?

Pongamos que hablo de A-42, de la carretera de Toledo. Me temo que el mecanismo no es tan claro, fácil y rápido como el de la imposición de sanciones. Y esto no se corresponde con la igualdad entre los derechos y obligaciones de los ciudadanos. Los derechos van por la vía lenta, la exigencia de las obligaciones por la vía de la alta velocidad.