No sólo se multiplicó por cuatro la dependencia alimentaria, sino que hubo desabastecimiento
Dispuso el gobierno de 800 mil millones de dólares en su década perdida. Parte se difuminó en gasto corriente, programas sociales y ayuda a otros países, parte se perdió por ineficiencia, políticas equivocadas y corrupción. Durante la democracia hubo lapsos buenos y malos, períodos de gran inversión y otros en los que ésta descendió, buenas y malas políticas, al final una proporción razonable de los alimentos eran producidos en el país y aunque pudo haber sido mejor, muy raro fue el desabastecimiento.
En los veinte años previos a 1998 importamos, en alimentos, 75 dólares anuales por persona, destinados a cosas donde había dificultades para la producción nacional: trigo, leche, aceite, semillas y torta de oleaginosas, maíz y azúcar. Se empleaban 1.300 millones de dólares para garantizar suministro y, a veces, también buen precio ya que algunos precios internos superaban a los del mercado internacional. A partir del 2000 nuestro gobierno decidió la socialización del campo y la intervención de las cadenas agroalimentarias. Con rapidez, cuando se le permitió a la presidencia promulgar leyes a través de la habilitante, surgieron controles de todo tipo, regulación de precios al productor y al consumidor, intervención de tierras, creación de cooperativas, fundos y empresas socialistas, acciones contra la "especulación", mercales, mercalitos y hasta involucraron a Pdvsa en esa fallida meta de autoabastecimiento y seguridad alimentaria, acorralaron, por mil vías, al sector privado.
Resultados a la vista y todo indica que van a empeorar. En el 2005 usamos 1.800 millones de dólares para comprar alimentos y forrajes, la cifra fue creciendo y alcanzó en el 2008 más de 7.500 millones, 260 dólares por persona y año. No sólo se multiplicó por cuatro la dependencia alimentaria, sino que ocurrieron episodios de desabastecimiento de leche, azúcar, caraotas, café, arroz, carne y otros productos. Estamos importando más de la mitad de la carne que consumimos, casi el 50% del azúcar y 8 de cada 10 kilos de "nuestra típica" caraota, son importados.
Enormes la inflación y la pérdida de capacidad productiva. Caraotas a 20, papas y cebollas a 13, tomates a 15, pimentones a 17, frutas incomprables, marcan la inflación más elevada del continente, pagamos entre cuatro y cinco veces más que nuestros vecinos de América Latina. La inflación en alimentos superó en el último año el 45%. El Índice de Precios al Mayor que era 100 en 1997 alcanzó 1.284 en enero del 2009, a pesar que, los productos importados, en la misma escala, llegaron a 905, 30% menos con todo y los precios elevados del 2007 y 2008, derivados del "boom" petrolero. Es tiempo de rectificar, tiempo de mostrar amor a los pobres.
El diálogo con el sector privado, cerrado desde el 2002, más que necesario, es indispensable: dejen en paz a los productores y otorguen seguridad sobre sus tierras, permitan que la agroindustria trabaje y ocúpense de las vías de comunicación, los controles sanitarios y la eficiencia de los puertos, traten como Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia, de producir más, dándole a los campesinos pobres menos discursos y más títulos firmes de propiedad y apoyo tecnológico. Tiempo de menos discursos y más comida.
machadoallison@yahoo.es