En febrero de 2008 se celebraron 814 conciertos; en el mismo mes de 2009, 633. La diferencia es de 181 actuaciones.
"Vamos a tener que hacer música ‘olímpica' para que Gallardón nos haga caso", se ríe el dueño del Bogui Jazz,
Richard Angstadt.
Con este contexto, las consecuencias no podían ser más que nefastas. Artistas como
Iván Ferreiro, Travis o
Kaiser Chiefs han tenido que suspender sus directos.
“Es una auténtica diabolización de la música en vivo por parte de muchos de los responsables municipales en la concesión de licencias que ven a un nuevo espacio como posible generador de conflictos en vez de un proyecto serio y responsable para el bien de la ciudad.Madrid se merece tener unos espacios de música en vivo reconocidos, incentivados y protegidos para sus ciudadanos y visitantes”, reclama la asociación de salas de música en directo
La Noche en Vivo en su
Carta al Alcalde.
“
Si el presente es oscuro para la música en vivo en Madrid, el futuro es negro –continúa la carta-
El precinto de la Sala Riviera ha colapsado la vida cultural de una ciudad con un déficit manifiesto de espacios de tamaño medio-grande para la programación de música en vivo, impropio de una capital que aspira a ser sede olímpica”.
Así, son múltiples los flancos a través de los que se defiende la música en directo en la capital. En el Manifiesto
Por una Ley de la Música. Todas las 
Músicas son Cultura se crítica la existencia de un trato de no igualdad e indiferencia hacia la música en relación a otros sectores culturales, como puede ser el teatro o el cine.
Madrid No Se Cierra atañe estos males a la excesiva presencia y presión de los cuerpos de seguridad. Cada noche se presentan en los locales:
"Aparte de no dar concesiones, o de darlas tardísimo, estos últimos meses no ha habido noche que no hayamos recibido la visita de la Policía para hacer controles", asegura.
“No somos enemigos del orden público sino un colectivo cultural importantísimo y con muchos seguidores”. Son 10.000 conciertos anuales, disfrutados por más de 1.000.000 de personas, que sustentan la programación de músicas actuales de la ciudad en pequeños y medianos espacios, basada esencialmente en propuestas de artistas emergentes y músicas no comercializadas.
Un año después del daño que hizo el Caso Guateque hace un año, con la concesión de licencias mediante soborno, Gallardón se vuelca con Madrid 2016, mientras cientos de miles de empresarios, músicos y melómanos esperan la apertura de los locales precintados.
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