CCM: frenar el nerviosismo, generar confianza

Intervenir una entidad financiera es un paso muy importante. De hecho, es la primera vez que el gobierno de España, cualquier gobierno de España, lo hace desde que intervino el Banesto de Mario Conde. Pero entonces la situación económica internacional era distinta. Y obviamente Mario Conde y sus manejos no eran los mismos que los de Juan Pedro Hernández Moltó, sometido a lo que parecen haber sido determinadas presiones procedentes de otros sectores políticos, concretamente el Partido Popular castellano-manchego, preocupado por la deriva que iba tomando la Caja de la Comunidad autónoma: una alarmante falta de liquidez tras la salida depósitos por valor de, al menos, cientos de millones de euros.

    Queremos decir que H.Moltó no puede ser, como lo ha sido, acusado a la ligera de prácticas deshonestas o ilegales, aunque acaso sí de mala administración o de prácticas arriesgadas. Y también queremos decir que la intervención del Banco de España, con el aval del Tesoro, se produce en un momento de especial nerviosismo en muchas cajas españolas, y puede que también en algún banco ‘menor’; había que frenar ese nerviosismo.

    Pedro Solbes ha actuado, esta vez, con decisión, una vez que la fusión de CCLM con la andaluza Unicaja se dio por fracasada. Avalar con nueve mil millones de euros, nada menos, una entidad financiera es, ya lo decíamos, una medida drástica: no se utilizará, presumiblemente, sino una tercera parte de esta cantidad para sanear la Caja (confiemos), que es una entidad, dijo Solbes tras el Consejo de Ministros extraordinario de este domingo, sólida y que garantiza los depósitos a ella confiados.

    Objetivo primordial del gobierno es asegurar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones financieras, comenzando por las cajas. Nada indica que otras cajas vayan a pasar por la situación de la castellano-manchega. Y hay que creer al gobierno cuando nos dice que la banca española está entre las más sólidas del mundo. En todo caso, parece claro que había que actuar tajantemente, una vez que la solución más deseable, la fusión, fue descartada en una reunión el pasado viernes entre el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, y el presidente de Unicaja, Braulio Medel. 

    Hasta el momento, lo único que el gobierno ha podido hacer ha sido calmar los ánimos a un precio tan elevado como sustituir a los gestores de la Caja y poner sobre la mesa nueve mil millones. Con ello se pone de manifiesto que no se trata de una quiebra ni de una hecatombe. Pero sí es un dato sintomático, un zarpazo de esa crisis llena de tentáculos difíciles de mantener bajo control.