Candidatos: persistencia de redes familiares en la política

El informe de BLANCO Y NEGRO de ayer reveló la fuerte incidencia de lazos de parentesco entre los candidatos, desde las más altas magistraturas nacionales hasta otros ámbitos, provinciales y cantonales .

 En algún caso, el de Álvaro Noboa, se da el extremo de que en una misma papeleta a las más altas magistraturas constan marido y mujer; en otro, el de Rafael Correa, el prestigio político presidencial impulsa la candidatura de la hermana a la Prefectura del Guayas; en otro más, el de Lucio Gutiérrez, el candidato a Presidente comparte la campaña política con su hermano, que corre para la elección de asambleísta.

Hijos de políticos, sobrinos, primos y otros tipos de parentesco reproducen la presencia de redes familiares que, desde mucho tiempo atrás, suelen darse en la actividad política nacional. No faltan grupos de una sola familia que exhiben candidatos a diversas dignidades y ejercen, a la par, funciones públicas. Más allá de lo anecdótico y pintoresco, este hecho parece revelador de algo más grave: el carácter marcadamente patrimonialista que subsiste en la política.

Por ello, muchas veces los límites ambiguos entre lo público y privado y la reproducción de un ejercicio político tradicional, en el que el poder se sustenta también en redes familiares o de subordinados fieles a quien lo ejerce. La forma patrimonialista de autoridad supone una relación social de carácter marcadamente personal a contracorriente del necesario desarrollo institucional en los partidos y movimientos políticos que seleccionan a los candidatos y en las mismas instituciones de la democracia.

La ciudadanía se ha pronunciado de forma amplia por un cambio de las conductas políticas.

La persistencia tan amplia y reiterada de vínculos de parentesco en las candidaturas muestra, ahora, la repetición de las conductas políticas que vienen de prácticas del pasado, a pesar de que se las ha criticado como un sello propio de la repudiada "partidocracia".