Todos fracasamos

Ya no es un problema exclusivo de la Sierra, sino que de manera alarmante se extiende por el resto del país. Tampoco son sólo las poblaciones indígenas las que practican los linchamientos, pues también los hacen los costeños. En Río Chico el robo de un bus enardeció, ofuscó y despertó incontrolables instintos criminales en sus habitantes, y  fue asesinado un joven de apenas 17 años y su compañero, también joven, herido gravemente.

Nada justifica estos actos, nadie en su sano juicio puede admitirlos. Sin embargo, para vergüenza de todos, están pasando a la categoría de lo cotidiano. ¿Podemos decir que se deben a la impunidad que disfrutan los delincuentes, al crecimiento de la inseguridad en nuestras zonas urbanas y rurales?

La sociedad sufre la más grave de sus derrotas cuando una persona, violándole todos sus derechos, es sometida a atroces vejaciones, torturas y suplicios que muchas veces le conducen a la muerte.

Cuando esto ocurre todos fracasamos, desde la familia hasta el sistema de enseñanza, desde los medios de comunicación hasta las iglesias. Fracasan los gobiernos y los tribunales.

Los linchamientos no son privativos del Ecuador. En otras latitudes, con sus variantes, se registran casos. Sin embargo, los ecuatorianos solemos ubicarnos entre los países que se dicen civilizados. Hacemos públicas nuestras virtudes y solidaridad con frecuencia. Sin embargo, algo funciona mal en nuestra sociedad y es necesario saber de qué se trata y superarlo. Hay que dejar las inculpaciones y lamentos y actuar de una vez.