Resulta poco honroso y coherente para quienes en el discurso hacen tan ardientes proclamas de defensa de la soberanía el hecho de que, antes de que por un pronunciamiento del presidente del Ecuador, la ciudadanía se entere por boca del presidente de Venezuela de la decisión del Gobierno de integrar al país a la llamada Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba).
En efecto, el coronel Hugo Chávez anunció anteayer que el próximo 24 de junio se realizará una cumbre extraordinaria de los presidentes de la Alba para dar la bienvenida al Ecuador a dicho organismo. Aunque el mandatario venezolano informó que el presidente Rafael Correa había ratificado el ingreso a esta organización, el Gobierno aún no se pronunciaba sobre el anuncio hasta el cierre de esta edición.
El grupo tiene un marcado sesgo ideológico: promovida inicialmente por Chávez y Fidel Castro como una contrapartida al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que ha derivado en los TLC suscritos de forma bilateral entre varios países de América Latina y los Estados Unidos, la organización agrupa a regímenes con una línea ideológica y una política compartidas.
Si toma finalmente la decisión de integrarse a la Alba, el presidente Correa deberá explicar cuáles son los fundamentos para alinear al país en ese grupo en el que el paso se halla marcado por la personalidad de Chávez y su ambiguo y acomodaticio bolivarianismo y la adhesión a un socialismo del siglo XXI, uno de cuyos principales mentalizadores admitió, para acrecentar la ambigüedad, que se trata de "un proyecto en construcción".
Resulta paradójico qué, mientras hay tantos rechazos del actual Gobierno a la apertura al libre comercio con los Estados Unidos y la Unión Europea, se tome la decisión de alinearse con Chávez, Castro, Evo Morales y Daniel Ortega. Debería preguntarse a los ecuatorianos si aprueban esa asociación o, por lo menos, explicarse los beneficios concretos de ella.
Si (
No(
