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Ciudades a escala humana y no del automóvil

jueves 23 de noviembre de 2006, 11:00h
Transcurridos 100 años desde la invención del automóvil individual y padeciendo su tiranía y poder (otros lo llaman libertad) nuestras ciudades se han convertido lugares inhóspitos, en lugares negados para una auténtica vida: en gigantescos aparcamientos, en atascos cada vez mayores, en campos surcados en todas direcciones por pistas de asfalto, en el coste mas elevado de la sanidad a causa de los accidentes, en una contaminación continuo aumento, en el anonimato y agobio del hombre ante el trafico creciente, los pitos, alarmas, motores y demás instrumentos que atormentan los oídos y nuestra paz, el estres de la conducción claustrofóbica, la carrera de obstáculos que representan los automóviles aparcados para los viandantes, los guettos llamados aceras en que se confina a los peatones, en la huida en masa de la ciudad durante los fines de semana, en las interminables colas “un auto detrás de otro como vagones de tren” pero mas lento, etc.

Estas son algunas de las maravillas con las que nos deleita el automóvil, el invento del siglo para sus creadores y el tormento del siglo para cualquier persona que viva en ciudad. Ante esta amalgama de sin razones, cabe preguntarse ¿Que hubiese sucedido en el mundo si el ferrocarril no hubiese sido arrinconado por el automóvil?.

Para entenderlo, haremos una pausa en el tiempo , para ver cual era la situación de “la ciudad del ferrocarril y el peatón” antes del la irrupción del automóvil en el mundo.

Los ferrocarriles de principios de siglo tenían la obligación estatutaria de transportar todo tipo de mercancías, desde cargamentos de minerales y grano, ganado y verduras frescas, pollitos y huevos, estructuras de ingeniería de fundición, artillería militar pesada, etc. Cada fabrica, mina o fundición tenia su apeadero de mercancías en el recorrido del la línea férrea, donde cada nueva industria se instalaba en el cauce de las vías del ferrocarril. Las líneas de tranvías realizaban sus trayectos por los puntos estratégicos  de la ciudad donde los pasajeros encontraban un medio de transporte seguro y barato. La morfología de la ciudad se va formando por los cauces de las vías férreas que ya están construidas. Al mismo tiempo, todas las calles son peatonales, es decir que son seguras, donde los niños pueden jugar, los ancianos charlan y pasean, o sacan las sillas a la calle para tomar el sol o el fresco, conversar con cualquier vecino o transeúnte, cenar en la calle con la familia durante el caluroso verano. Las calles principales son un bullicio donde un sinfín de formas de vida realizan sus funciones, desde los artesanos que desarrollan sus labores en el portal de sus talleres a la vista de todos o durante la mañana los repartidores distribuyen sus productos: la leche, el pan, el pescado y las amas de casa acuden en corro a por la mercancía, y un sinfín de productos que los vendedores ambulantes o los charlatanes se encargan de vender con artimañas. La calle como foco de atracción artística donde malabarista, músicos, títeres, mimos, juglares, payasos, glosadores, bandas de música, etc. divierten a los transeúntes. Las fuentes publicas y surtidores de agua donde uno puede parar a saciar su sed surgen en todas las esquinas de las principales calles, al igual que los bancos donde sentarse a descansar, al mismo tiempo que se puede disfrutar de la visión de las calles ajardinadas o del juego de los niños que saltan a la comba en medio de la calle, sin peligro de que los atropelle un automóvil y sin necesidad de que los vigilen sus padres.

Ante esta visión del pasado, podemos imaginarnos que si el ferrocarril hubiese seguido siendo el medio de transporte por excelencia durante esto 100 años, hoy en día todos los pueblos de España (como los de todo el mundo) estarían conectados por ferrocarril, cada ciudad, cada pueblo tendría sus tranvías que recorriesen de forma armoniosa cada barriada, los puntos o focos de atracción turística dispondrían de sus ferrocarriles de época, o bien un ferrocarril que tuviese un recorrido por todos los puntos mas atractivos del entorno. El transporte de mercancías por ferrocarril estaría lo suficiente evolucionado para que, desde los puertos y aeropuertos se distribuyese la mercadería a todos lo puntos de la región.

¿Cuanto tendremos que esperar a que nuestros gobernantes habrán los ojos? Tener presente, que los datos mas pesimistas dan una seguridad al ferrocarril frente al automóvil de 1 a 50 a favor del ferrocarril, que hasta hoy, el automóvil a matado a mas de 35 millones de personas en todo el mundo y a dejado lisiados a mas 800 millones. Viendo estas cifras, se hace inmediata la necesidad de la conversión de las ciudades ideadas para el automóvil en ciudades ideadas para el hombre, para la vida, para el ferrocarril, ya que cada día de demora significa un aumento de muertos y sucesos trágicos en la carretera, esperemos que la codicia especulativa de los grupos implicados no tenga sobre su conciencia otra tanda de millones de muertos en los suicidios colectivos, llamados “accidentes de trafico”.

27/10/06
Antonio Cánaves Martín. Palma de Mallorca.

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