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¿De corrupción en corrupción?

jueves 23 de noviembre de 2006, 11:03h

Si les digo a Ustedes que están apareciendo muchos casos de corrupción urbanística en diversos municipios, sé lo que me dirán. Muchos, que “esto es sólo lo que se llega a saber, la punta del iceberg del problema”. Otros más cautelosos, menos pero los hay, dirán que “todo está siendo investigado y que todavía sólo contamos con indicios de delito”. Algunos, pocos pero muy irreflexivos, dirán que “sólo hacen lo que haríamos todos de estar en su lugar”. Y ¿qué quieren que les diga? La corrupción de algunos miembros de las Administraciones Públicas y de los Partidos Políticos, para financiar su Partido, en el mejor de los casos, o enriquecerse personalmente y favorecer a sus familiares y amigos, es algo que siempre está ahí, como un peligro y una sospecha. Pero verlo hecho realidad, sentirlo bastante generalizado, y caso por caso, probado, es algo que los ciudadanos no podemos soportar.

Sé que voy a pecar de simplismo, pero sólo tengo cuarenta líneas, ¿qué esperan? Dicho esto y primero , recordemos que de nuevo estalla la corrupción pública con “la izquierda” en el gobierno; doloroso para mí, pero cierto. Segundo, recordemos que los partidos se han convertido en empresas de servicios, con sus trabajadores, directivos y carreras profesionales en juego; esto vale mucho dinero, es un problema eliminar costes de funcionamiento y para no pocos es difícil salir de la política al mercado de trabajo; a veces, para ganar lo mismo o mucho más, lo reconozco, pero pasando a ser un ciudadano anónimo, sin oropel y micrófonos. La política es un servicio que, “arriba”, compensa en “posición social” demasiado bien. Esto es lo que opino. Demasiado bien. No hablo sólo de dinero, sino de “poder social”.

Tercero , recordemos que no todos los lugares son iguales, y que, de hecho, los hay donde saltan menos casos de corrupción política, lo cual es de valorar y “agradecer”. En ellos, de todos modos, la tela de araña legal, lo de justa sería otra cosa, tejida entre el poder político y económico para respetar y facilitar el funcionamiento del mercado libre en los ámbitos de producción más rentables, daría mucho que hablar. El caso de los precios de la vivienda libre, sin hablar de ilegalidades graves, me hace pensar en una política que se limita a administrar el abuso social, o porque que también a ella le conviene, o porque es muy débil ante el dinero, o porque la construcción es el motor del crecimiento económico y no ven otra alternativa. En los tres supuestos, algo muy decepcionante para la democracia soberana.

Cuarto, y por fin, a quienes dicen de “la corrupción política” que “todos haríamos lo mismo de estar en su lugar”, les digo que no me sirve como argumento disuasorio, porque eso hay que verlo y, en todo caso, seguir diciéndolo de quien esté, sea quien sea, Usted o yo, de quien esté y se extralimite.. Lo de que “tú harías lo mismo en mi lugar”, es el argumento del cínico, que quiere colarse en la fila y que le aplaudamos. No puede servir en ningún caso. Es pura demagogia sin gracia alguna.

27/10/06
José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete. Profesor de Moral Social Cristiana. Vitoria-Gasteiz

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