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Uno de los nuestros

lunes 14 de septiembre de 2009, 12:52h
Comentaba hace ya algún tiempo con un concejal y amigo del Partido Socialista lo penoso de una cierta deformación clasificatoria que se produce entre los políticos de todos los signos en relación a las personas que les son presentadas por primera vez.

Trátese de periodistas, empresarios, funcionarios o ciudadanos de a pie, finalizadas las presentaciones parece asaltarnos siempre la misma duda: ¿Es de los nuestros?

Si alguien a nuestro alrededor nos aclara que sí, que indudablemente es de los nuestros, un soplo de alivio parece recorrer nuestro cuerpo ante lo que hayamos podido decir o hacer frente a la persona presentada. Y es que este es un país donde al parecer los ciudadanos son de derechas o de izquierdas. No es que se simpatice o se vote a un determinado partido, es que se es de ese partido, como si un todavía no descubierto gen predispusiese o directamente situase biológicamente a las personas en uno u otro lado del espectro político.

A tenor de una discusión teológica decía Borges que en un mundo donde existen aberraciones tales como el dolor físico, todo era posible, incluso la existencia del infierno, por lo que imagino que también es posible la existencia del “gen político”, pero mientras un futuro premio nobel lo descubre prefiero pensar que esto no es así.

Berlusconi es una persona zafia y machista aunque pase por ser uno de los nuestros (en este caso del PP mi partido), Hugo Chávez es un golpista descerebrado aunque sea uno de los nuestros (del PSOE como adivinaréis) y Fidel Castro es un dictador criminal a pesar de ser uno de los nuestros (de IU claro).

Yo milito en un partido político del que me siento orgulloso, el Partido Popular, pero tengo absolutamente claro que no soy del partido y de hecho considero que si cualquier persona comparte más allá de un 70% del presupuesto ideológico de cualquier formación política debería hacerse mirar por un médico.

Afortunadamente las personas somos bastante más complejas de lo que puedan definir las preferencias políticas y hace ya mucho tiempo que otros valores bien distintos son los que me hacen ver a las personas como uno de los míos. Tengo grandes amigos entre mis rivales políticos y conozco alguno de los nuestros con el que no me tomaría ni un café.

Me apetecía decirlo, aunque a pesar de todo y terminando esta columna, casi me arrepiento de no haberla empleado para darle caña a Zapatero. Otra vez será.

Ángel Garrido García.
Concejal Presidente del Distrito de Villa de Vallecas.
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