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El ejemplo que nos da el mar

El ejemplo que nos da el mar

viernes 13 de abril de 2007, 03:22h

La noticia me estremeció, sin saber muy bien por qué algo dentro de mí se sacudió: el rompehielos Almirante Irizar  estaba incendiándose.

Esa mole de hierro que cruza los mares helados del sur estaba en problemas, era el fuego el que lo tenía acorralado.

Viendo las imágenes del buque deduje que muchas eran las personas que  conformaban su tripulación y que debían estar enfrentando serios riesgos, más allá de aquello que de manera conciente ponen en juego cada vez que zarpan iniciando una nueva campaña antártica.

El noticiero hablaba  de una evacuación dispuesta por el capitán del buque, sin proponérmelo comencé a imaginar el momento en el que debió tomar esta decisión.

Tal vez pensó en intentar hasta las últimas consecuencias combatir el incendio, tal vez pensó en lograrlo, tal vez buscó terminar como un héroe mitológico y permitir que esa mole de agua helada lo devorara junto a su tripulación y así transformarse en una leyenda.

Pero ninguno de estos supuestos encajaba con la realidad, el capitán de la nave decidió honrar la vida y priorizarla por encima de todo y de todos, simplemente eligió el camino de la sensatez: la vida de aquellos que estaban a su cargo era lo prioritario a salvar, era sin lugar a dudas su mayor responsabilidad y así lo asumió.

El pedido de auxilio encontró rápida respuesta, un buque petrolero modificaba su rumbo para socorrerlos, “es común en el agua- decía uno de los náufragos al tocar puerto- no podemos hacernos los distraídos”.

En el mar, pensé, sólo en el mar la solidaridad es común.

Estaba pues frente a dos situaciones pocos comunes en tierra firme.

La primera tiene que ver con hacerse cargo de las responsabilidades que voluntariamente asumimos, paradójicamente hace unos días me cuestionaba el no hacerse cargo de aquellos que no supieron dar respuestas  y que intentaron acallar las voces de reclamo cobrándose una vida, la vida de un maestro, ni ante lo irremediable cambiaron su postura, tiempos electorales  terminaron siendo los culpables, adversarios políticos buscaron imponerse como victimas y señalar en los otros a los culpables, de asumir responsabilidades nada se dijo ni se hizo.

La segunda se refiere a la solidaridad, tal vez si intentamos imaginar que el cemento de la ciudad se transforma en un mar podremos ver a nuestro alrededor y responder a las necesidades de aquellos que caminan a diario a nuestro lado.

Tal vez si somos capaces de despojarnos del apuro, de la indiferencia, de la competencia despiadada, de la falta de responsabilidad podremos comenzar a escribir nuevas páginas de la historia del hombre, páginas gloriosas, donde la justicia deje de ser una palabra para ser una constante en nuestro hacer cotidiano sin que debamos reclamarla.

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