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La letra con sangre entra

La letra con sangre entra

viernes 13 de abril de 2007, 03:19h

Este es el texto de un viejo refrán que nuestras abuelas repetían y que simboliza  todo el esfuerzo que es  necesario aplicar en el aprendizaje de aquellos contenidos que lo transforman a uno para pasar  de “asno iletrado”  a  “persona instruída” (  o que al menos sabe  leer y escribir ).

La sangre era la imagen más clara para  definir el límite del esfuerzo que se debía hacer y que en aquellas viejas épocas estaba ligada a la variada gama de “recursos pedagógicos” de los que hacían gala los docentes a saber : golpes de puño, nalgadas con paleta, arrodilladas en sal gruesa o maíz , castigos con cinto. Todos ellos aplicados hasta que sangrara, ese era el límite hasta el cual estaba permitido el castigo físico.
Para aprender era necesario llegar hasta el sufrimiento, pero lo que se aprendía bien valía el sufrimiento.

Pardójicamente en estos tiempos de la hipermodernidad y la cultura líquida, la globalización, el quiebre de los paradigmas tradicionales y la muerte de las utopías; en la República Argentina vemos con dolor y sorpresa, como se cambian los roles de aquellos elementos constitutivos del refrán.

Hoy un maestro puede ser el que sangre y la letra no entre sino que salga. Hace pocos días un maestro fue herido de muerte y lo que nos quedó a todos los demás como “aprendido” ¿qué fue?

 De las heridas de Carlos el maestro neuquino asesinado por defender sus derechos y los de sus colegas durante un reprimido corte de  rutas, manan letras, muchas letras. Muchas letras que son palabra, oración e hipertexto. Con tinta roja quedaron escritas en el pavimento: fórmulas y números, enseñanzas teóricas y prácticas. Quedaron escritos consejos , chistes y chanzas intercambiados con sus alumnos y  sus pares.

Se escurrieron por las grietas de la ruta otras palabras más temibles : injusticias, represión, violencia, abuso, ignorancia, sobre todo ignorancia .

La ignorancia  es  fruto de la soberbia y la prepotencia , la ignorancia ( o la intencionalidad) del uso incorrecto de un arma, la ignorancia del valor de una vida , la ignorancia del no saber que un maestro aún muerto sigue enseñando.

Nuestro país vive una creciente ola de hechos que ya por repetidos anestesian  al ciudadano común que reacciona poquito o se olvida pronto, que angustian al que puede hacer una lectura más profunda y sacuden a los más “letrados” ,  esas personas que hace mucho vienen leyendo los signos de los tiempos casi proféticamente y están desesperados.

¿Adónde vamos? Es el interrogante más frecuente. Pareciera que vamos hacia algún agujero negro donde densamente las letras de las palabras se comprimen y desaparecen y queda eso solo una gran oscuridad .

Entre lo que se enseña y lo que se aprende hay un arco de distorsión que crece más en la relación entre lo que se quiso enseñar y lo que se enseñó. Qué pretenden dejar como enseñanza los que  ordenan la violencia y los que la practican . Cuál es su proyecto final.

Difícil encontrar respuestas lógicas, por ahora dolorosamente nos resta pensar qué pasó  para que el: “la letra con sangre entra ” pueda ser leído en los tiempos  en los que decimos que todo se hace para mejorar la condición del hombre y respetar sus derechos, en la línea plana de un monitor hospitalario.

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