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Déficit y deuda, ¿toca corregirlos ahora?

Déficit y deuda, ¿toca corregirlos ahora?

miércoles 23 de septiembre de 2009, 09:18h
El Gobierno lleva semanas desconcertando (y cabreando) al personal tirando la piedra y escondiendo la mano con el ‘que viene el coco’ de la subida de impuestos. Van a aumentar, pero aún no sabemos qué impuestos, ni cuándo ni cómo, pero en el fondo ésa no es la cuestión, aunque resulte irritante tanto mareo por parte del Gobierno.

Lo importante es: ¿toca ahora tomar medidas para paliar el déficit público? ¿Hay que hacer algo para frenar una deuda del Estado en ascenso? Pues no parece lo más recomendable en estos momentos, como tampoco lo es adoptar medidas para contrarrestar una inflación que un futuro seguro que repuntará. Con el PIB español hundido por más tiempo que los de sus socios europeos y Estados Unidos, como así lo prevén los principales organismos multinacionales (OCDE, Comisión Europea, etc.), poner en marcha una política de subidas de impuestos (pomposamente bautizada como “reforma fiscal”) o de recorte del gasto público como demandan muchas voces (el gasto corriente improductivo siempre se debe racionalizar) sólo supondría debilitar una demanda interna que sigue noqueada.

Posiciones como las del Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, son partidarias incluso de aumentar el esfuerzo público para consolidar la recuperación. Ya habrá tiempo de ajustarse el cinturón cuando la economía coja velocidad de crucero. Pero ahora se corre el riesgo de abortar la resurrección de la economía, aún en mantillas en el caso español. Por lo menos hasta el cuarto trimestre de este año mantendremos tasas negativas de variación del PIB, y del desempleo mejor ni hablamos.

Si Zapatero espera que la economía haya recuperado el pulso para las vísperas de las próximas elecciones generales, en 2012, lo mejor que podría hacer su Gobierno es implementar políticas activas de demanda, generar certidumbre a los agentes económicos (que somos todos) y, sobre todo, dejarse asesorar para reformar el mercado de trabajo, una reforma que no tiene por qué ser sinónimo de despido libre y sí de mayor justicia social, al dar más derechos a los trabajadores temporales frente a los privilegiados indefinidos.

Ahora toca endeudarse y asumir déficits públicos porque la demanda del sector público tiene que cubrir el paisaje lunar dejado por la demanda privada interna (consumo más inversión nacional). España cerrará 2009 con unos números rojos del Estado de entorno al equivalente al 10% del PIB, una barbaridad, aunque en términos relativos esa cifra no resulta tan escandalosa: Estados Unidos alcanzará el 13,5%, Gran Bretaña un 14,4%, Francia más de un 8% y Alemania, siempre tan disciplinada, cerrará el año con un meritorio déficit del 4%.

En cuanto a la deuda pública, algunos se echan las manos a la cabeza porque España pueda irse al 60% o 70% del equivalente al PIB, aunque muchos países de nuestro en torno superarán con creces esas tasas y otros, como Italia, ya están por encima del 100%.

Así que vamos a salir primero de la crisis que ya habrá tiempo de lamentarse por nuestro endeudamiento.
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