Otro adiós en el periodismo
Muere el periodista Alberto Míguez
sábado 26 de septiembre de 2009, 20:07h
Alberto Míguez, que ha muerto casi con las botas puestas a los sesenta y nueve años, era una leyenda en el periodismo de información internacional. Sabía un horror de casi todo, sobre todo si se trataba del Magreb, donde fue corresponsal para La Vanguardia durante bastante tiempo.
Coincidí con él formando parte del irrepetible grupo de corresponsales en el Portugal de la revolución de los claveles, a mediados de los años setenta. Yo era un principiante y él era ya un consagrado, pero nos batimos el cobre junto a gentes como Eduardo San Martín, Diego Carcedo, Eduardo Sotillos, Francisco Velázquez -hoy, quién lo iba a decir, director de la Policía y la Guardia Civil-, Edardo Barrenechea, Juan Pla o el inolvidable José de Salas y Guirior, marqués de Salas y Guirior, que desempeñaba la corresponsalía del ABC cerca de Don Juan de Borbón en Estoril y a quien le tocó ser el más veterano a la hora de cubrir el ‘movimiento de los capitanes de abril’.
Luego, supongo que nos fueron distanciando la vida y algunas diferencias ideológicas, que entonces eran más importantes que ahora. Pero de cuando en cuando contribuíamos a incrementar la colección de plumas y blocs que se habían convertido en una obsesión de Alberto, un gallego de ingenio sarcástico y chiste siempre a punto. Un talento. Un periodista de esos que los tópicos llaman ‘de raza’.
En la infame tribu que un día pobló este país, la tribu de los Manolo Alcalá y Yale, los Tico Medina y los Eduardo Barrenechea, los Luis Carandell, tantos que tanto dieron para abrir fronteras informativas, recibiendo a cambio tan poco, o los José Virgilio Colchero y los Pepe Comas, o los Cuco Cerecedo, o todos esos nombres que ya han ido pasando al archivo glorioso de los casi olvidados -me estoy dejando a muchos en el tintero-, esos a los que los combatientes de mi generación admirábamos y con los que nos batimos el cobre, estaba también Míguez. Cómo no. Transitó todos los caminos y a muchos de estos senderos no tan de gloria contribuyó a quitarles el polvo.