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Mirar de soslayo

Mirar de soslayo

miércoles 07 de octubre de 2009, 11:19h
   Mariano Rajoy dice que hay que ocuparse de las cosas que realmente le importan a los ciudadanos, que las otras cosas hay que observarlas con "un cierto sentido de la indiferencia"; o sea, sencillamente olvidarlas. Y lo dice sin el más mínimo asomo de rubor, con un desparpajo que sólo puede imputarse a la desesperación o a la desvergüenza o, lo que es peor, a las dos cosas juntas. Porque lo que está afirmando es que los españoles somos todos o idiotas o corruptos; que lo único que nos importa es aquello en que nos pueda afectar la crisis, o sea, el bolsillo, y que las cosillas esas que están apareciendo en los juzgados, sobre un puñado de presuntos chorizos tan próximos a el, no son más que inventos de un Gobierno que se hunde en las encuestas o, en todo caso, minucias sin la menor importancia a las que debemos mirar de soslayo. Todo esto se lo dice a su partido, a todo su partido. Les muestra el camino por el que deben moverse, lo que deben poner en valor y lo que deben despreciar para ganarse la confianza de los votantes.

   Realmente Rajoy no conoce a la gente, y así le ha ido. Se equivoca si cree que la ciudadanía está dispuesta a cerrar los ojos ante la corrupción y a comulgar con ruedas de molino. Porque, aunque en las encuestas se evidencie la desaprobación por la gestión que de la crisis está haciendo el Gobierno -especialmente el presidente Zapatero- los ciudadanos no van a asistir impávidos al espectáculo de podredumbre que se les está ofreciendo en su partido; unos presuntamente sumidos en la corrupción, otros negándola sin más, otros cerrando los ojos, y el propio Rajoy invitando a mirarla con ese "cierto sentido de la indiferencia". Sugiriendo, sencillamente,  ser cómplices.

   La apertura del sumario finiquita, de un plumazo, con la cantinela de la persecución policial y judicial. El escándalo es tan gordo, afecta a tantas comunidades gobernadas por el Partido Popular, que el "victimismo" del que han hecho gala hasta ahora suena a cachondeo.

Otro de los datos vergonzantes que revela el sumario es la afición de determinados dirigentes del PP por los "pelucos" de lujo que aceptaban como regalitos de la red corrupta sin ningún rubor. La alegría pueril con la que recibían los coches que, siempre eligiendo el color de la tapicería, el "Bigotes" ponía a su nombre. ¡Que vergüenza ajena!
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