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De la minoría vasconavarra al grupo vasco

viernes 30 de octubre de 2009, 09:32h

"Si persisten en no acudir a este tipo de actos, cada vez se va a echar menos en falta al PNV'' decía la muy parcial presidenta de Parlamento Vasco, Arantza Quiroga el pasado lunes, tras la hemipléjica celebración en Lehendakaritza del treinta aniversario del Estatuto de Gernika. Curiosamente, el día anterior, el EBB, parlamentarios y personas representativas del PNV habían recordado en clave positiva,  la fecha y, sobre todo, habían reivindicado su cumplimiento. Un estatuto que es así, gracias a la firmeza en la negociación y al éxito en la gestión de tres décadas del PNV, un magnífico patrimonio para que ahora vaya esta buena señora a reconvenirnos nada. Conviene pues recordar al PP que su partido, votó en contra del Titulo VIII de la Constitución, y votó NO al estatuto de Gernika, y que acaba de votar en el Congreso NO, al mal llamado blindaje del Concierto Económico. También que sus correlegionarios de partido en Rioja, Castilla y Cantabria se han conjurado contra un derecho histórico, protegido y amparado por la Constitución española, al que llaman privilegio. Estos son los que con cara de suficiencia nos dicen que cada vez se nos va a echar menos en falta. Ellos, con semejante y tan antivasco pedigrí, son ahora los defensores de Euzkadi. ¡Que Dios nos coja confesados!...

Menos mal que éste pueblo tiene en Madrid un instrumento político como el Grupo Vasco en el Congreso y en el Senado, y que ahora, ante la pérdida del Gobierno Vasco, muestra su necesidad y práctica de manera más diáfana. Cuando dijimos en campaña que el voto útil para los vascos en aquellas elecciones era el PNV nos referíamos a eso. Porque el voto inútil, es el voto rebaño que tiene que velar por los intereses de todos los españoles, algo respetable, pero al parecer, incompatible con la defensa de lo vasco.

El PNV y el PSOE son los partidos más antiguos en el Congreso. Llegada la República en 1931, y en defensa del estatuto de Estella, Navarra incluida, formamos una Minoría Vasco Navarra. Era nuestra prioridad. Lograr una autonomía con los cuatro territorios mientras la derecha navarra, buscaba otra cosa. Lo explicó con un símil gráfico en 1931 aquel Conde de Rodezno, que luego fue ministro de "In-Justicia" con Franco.

Para consagrar aquel compromiso se celebró en Gernika un acto solemne y el citado conde, dijo enfático:

"Cuando se va por el mar, todo el mundo navega a gusto, en barco hermoso.Pero cuando el barco hace agua, todo el mundo toma también, el bote salvavidas".

El bote salvavidas, por supuesto, era el PNV. Menos de un año después, traicionaban el acuerdo. A partir de 1932 comenzó a crecer en el vientre de la derecha navarra su vertiente golpista, colmada en 1936, mientras tanto, caído el gobierno vasco en 1937, toda la derecha vascongada aplaudía el decreto de "provincias traidoras", para Gipuzkoa y Bizkaia, que eliminaba la figura del Concierto Económico.

Bueno pues esta es la derecha, ahora con lenguaje cheli, la que sufrimos en la actualidad y que nos da clases de urbanidad sobre como tenemos que celebrar un estatuto que si hubiera sido por ellos, no existiría. ¿Han escuchado ustedes a alguien del PP condenar todo aquello?. Y sin embargo el conde de Rodezno, todo un delincuente, tiene una plaza en Iruña que allí sigue, aprobada la ley de la Memoria Histórica, dictando doctrina franquista con permiso de la Sra.Barcina, tan sensible al dolor ajeno como la Sra. Quiroga. ¡Cuántas penas de muerte, como Esteban Bilbao firmó el susodicho conde!.

Pero todo esto dejó un poso. A nuestros mayores la lucha estatutaria les costó cinco años, y solo la consiguieron cuando, desatada la sublevación militar, el pre­sidente del Gobierno español, Francisco Largo Caballero, quiso un ministro del PNV en su gabinete. "Si -contestó el EBB- pero antes, el estatuto, en sesión plenaria del Congreso". Y eso se logró el 1 de octubre de 1936, formándose un gobierno de concentración en Gernika, el 7 de octubre de ese año, por cierto, sin nadie de la derecha. És­ta estaba sublevada en la trinchera pero enfrente. Por eso los antecesores de la Sra. Quiroga, curiosamente, no estuvieron en aquella oportunidad en la Casa de Juntas. Pero si lo estuvo el PSE, y por eso, durante cuarenta años, celebraron como propia fecha estatutaria, la del 7 de octubre. Cuarenta años. Que se escribe con dos palabras, pero hay que vivirlos año tras año. Hasta 1976, en la que el PNV organizó una manifestación, por primera vez de forma pública, en Donibane Lohitzun y, en 1977, en Bilbao, pero esta vez solos. Constituido el Consejo General Vasco presidido por Ramón Rubial, gracias al apoyo de la UCD, nada nuevo bajo el sol, dejaron de celebrar el Aberri Eguna, así como el día del estatuto vasco y hasta le dejaron al Lehendakari Leizaola solo en el exilio, junto a la histórica ANV y los muy dignos republicanos. El consejero socialista Juan Iglesias pasó, en habilidoso salto de trapecio, del Gobierno Vasco en el exilio, al Consejo General  Vasco, para regentar el Departamento de Trabajo. Es bueno recordar esto para que ambos partidos no nos den a los nacionalistas, que creemos de verdad en las instituciones, lecciones de nada.

Y por eso le mantuvimos al lehendakari Leizaola en el exilio hasta el 15 de diciembre de 1979. No quisimos hacer el juego hecho por Tarradellas de vender humo, porque Leizaola solo volvió, cuando se hubo conseguido y refrendado un nuevo estatuto similar, y en algunos aspectos, superior, al de 1936.

Con toda esta experiencia, cuando nuestros diputados y senadores llegaron nuevamente a Madrid en 1977, no le llamaron a su grupo parlamentario “Minoría Vasca”, sino “Grupo Vasco”. Al partido socialista, aquello no le gustó. El navarro Carlos Solchaga era el portavoz del Grupo socialista vasco, como Ernest Lluch del catalán, y afirmaba que tan vascos eran ellos, como nosotros. Nadie lo puso en duda, ahora bien, “por sus hechos los conoceréis”. Al poco, el PSOE cepilló de un plumazo estos Grupos y desde entonces tenemos clavada la ikurriña en exclusividad en la Carrera de San Jerónimo y en la Plaza de la Marina.

El Grupo Vasco en el Congreso y en el Senado es un instrumento clave del EBB a la hora de hacer política. Estando en el Gobierno, para controlar, impulsar y negociar políticas de gobierno. Estando en la oposición, para hacerla, pero también, si la ocasión lo permite, hacer valer, nuestros ocho, siete, seis o hasta cuatro votos. Se vio hace un mes en la discusión del llamado blindaje. Era la cuarta vez, que lo sometíamos a discusión en aquella casa, porque era la tercera vez que nos la habían tumbado. “Si esta vez se aprueba, se evidenciará que los seis votos del PNV, son el voto útil” terminaba su disertación Aitor Esteban. “Si, pero sin los 169 del PSOE no habría nada que hacer”. Le replicaba Benegas. La diferencia estribaba en que esos seis votos en esta ocasión lo eran de oro, y habían cambiado el sentido de los 169, que hasta tres veces, teniendo en su seno al PSE, habían votado un inmenso NO.

“Blindajes”, “Alakranas”, “Supresión de Ministerios y de Vicepresidencia”, “Memoria Histórica”, “Ley de Tráfico”, “Política Iberoamericana, “Lenguas Cooficiales”… y un largo etc. hacen del Grupo Vasco en el Congreso y en el Senado, el verdadero voto útil en unas elecciones legislativas para las Cortes Generales, a pesar de que en campaña, ésta se reduzca a dos, PP y PSOE. Si no hay mayoría, les guste o no, somos el clavito del abanico. Y, si no, que se lo pregunten a Basagoiti que dijo que iba a convencer a los suyos que votaran a favor de la seguridad jurídica del Concierto y con lo único que le han respondido los suyos es con una plataforma de riojanos, cántabros y castellanos del PP contra el propio Concierto al que tildan de privilegio. Ahora le llaman así a un derecho reconocido y amparado en la propia Constitución española, la misma a la que verbalmente rinden tanta pleitesía. Ahora a la envidia la llaman “agravio comparativo”.

Por todo esto me ha hecho verdadera gracia lo dicho por la metete y sectaria Sra. Quiroga sobre lo muy poco que se nos va a echar en falta en el futuro en la conmemoración de una ley orgánica que, si hubiera sido por ellos, no existiría y si hubiera sido, también por ellos, Bizkaia y Gipuzkoa seguiríamos todavía sin Concierto y siendo considerados “provincias traidoras”. A mucha honra.
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