La primera reacción dentro del seno del Ejecutivo vino de boca de la ministra de Igualdad,
Bibiana Aído, la principal protagonista de esta reforma legislativa tan controvertida. Aído se negó a responder a los obispos: "No contesto a
Martínez Camino", zanjó.
También tuvo comentarios la titular de Sanidad y Política Social,
Trinidad Jiménez, quien recordó que la Iglesia Católica es "mucho más" de lo que, a su juicio, representa el secretario general de la Conferencia Episcopal Española.
Para representar al PP habló la secretaria cuarta del Congreso y diputada
Celia Villalobos, habitualmente desligada a su partido en estos temas delicados. Recordó la separación "clarísima" que existe entre la Iglesia y la política, y apuntó que los católicos sabrán lo que tienen que hacer ante las palabras que sobre el aborto. "Los obispos hablan a los católicos y los católicos tendrán que tomar medidas, lo mismo que los que no somos católicos haremos lo que consideremos oportuno", concluyó.
Otros partidos como CiU también reaccionaron ante la prensa. El diputado
Pere Macías, perteneciente a Convergència y no al ala democristiana de la coalición, lamentó "profundamente" como "cristiano católico" las declaraciones de Martínez Camino, porque la decisión sobre el sentido del voto a la ley del aborto está en "el ámbito de la conciencia" de las personas.
También era importante la reacción de una formación como el PNV, de raíces cristianas. Su diputado
Emilio Olabarría interpreta la advertencia a los políticos como una "intromisión impropia" de las funciones de la Jerarquía Eclesiástica que, a su juicio, no debe entrometerse en "las materias que deben ser objeto de regulación legislativa".
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