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Ladrillos de oro

domingo 26 de noviembre de 2006, 14:28h

Aunque me lo expliquen, no lo entiendo y eso les pasa a muchos ciudadanos. España es el primer país europeo por número de viviendas en relación con la población. Quinientas diez por cada mil habitantes. Más que Alemania, más que Italia, más que Francia... La cifra de segundas residencias duplica la media de los principales países de la Unión Europea. El pronóstico de los expertos es que la demanda de viviendas principales seguirá aumentando. Este año se van a vender en España unas 700.000, aunque el precio se haya multiplicado por tres en los últimos años, y se calcula que el ritmo de construcción será de unas 600.000 nuevas por año hasta 2010. Con sueldos mileuristas en muchos casos... Con precios que equivalen a diez o veinte veces el sueldo anual de una persona... Con hipotecas, eso también, a cuarenta y hasta a cincuenta años... Con un endeudamiento creciente que pasa barreras peligrosas... Pero no hay quien lo detenga.

Ese es un lado del problema. El otro está en el precio del suelo, la corrupción, la especulación, a la que no son ajenas las autoridades y, muy especialmente, las municipales, los ayuntamientos. Lo de Marbella es, simplemente, el escándalo mayor. Pero hay otros muchos. ¿Nadie se daba cuenta de lo que pasaba en Marbella durante tantos años? ¿Nadie ha visto cómo el tren de vida de algunos alcaldes y concejales sin fortuna se acercaba al de Beckam? Un tercio de los ingresos de las comunidades autónomas proceden del sector inmobiliario, así que uno tiene la sospecha de que hacer la vista gorda es una manera de no perjudicar el presupuesto. El hecho cierto es que ni con reformas legales ni sin ellas, el Gobierno, las comunidades autónomas y los ayuntamientos han sido capaces de ofrecer suelo barato, reducir el precio de las viviendas o dar una alternativa razonable a quienes no pueden ejercer el derecho a tener una vivienda digna y adecuada, un derecho reconocido en nuestra Constitución.

Y en el tercer lado del triángulo, están los constructores. Los hay honestos y lo contrario. No todos deben entrar en el mismo saco. Pero en apenas unos pocos años, algunas constructoras, muchas, han pasado de pequeñas ganancias a comprar, prácticamente, el sector eléctrico español. O de tener veinte millones de euros de beneficios en 2005 a comprar otras constructoras por más de mil millones en 2006. Para ello, se han endeudado de tal manera que algunas empresas deben 1,5 veces su valor bursátil. Y los bancos, detrás. Estamos hablando de una deuda de más de 30.000 millones de euros, a la que tendrán que hacer frente no sólo con los beneficios de las empresas en que han entrado –Repsol, Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa etc.- sino con recortes en sus gastos o aumento en sus beneficios. Es decir, que descarten ustedes cualquier posibilidad de que bajen los precios de la vivienda, porque lo que no van a bajar son los beneficios de las constructoras. Y alguien tendrá que pagarlos.

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