La conspiración

Con el talante que suele exhibir cuando parece estar preocupado por algo, el presidente Correa denunció otra conspiración en contra de su régimen y de él mismo. No se trata ahora de los “aventureros” que portaban misteriosos cohetes que apuntaban a Carondelet desde sus inmediaciones, en esta oportunidad los hilos de la trama vienen de organizaciones domiciliadas, desde luego, en Estados Unidos.

Estas “siniestras” entidades apoyan y alientan, según Correa, a ciertas organizaciones criollas. El ‘plan diabólico’ que se gesta comenzaría a ejecutarse en este mes.  El mandatario que subió sueldos a soldados y policías como ninguno otro de los que pasaron por Carondelet,  que creó un órgano de inteligencia propio y tiene una notable escolta a su servicio, declaró estar en peligro.

Castro en su medio siglo de gobierno ha denunciado alrededor de seiscientas conspiraciones para eliminarlo, todas fallidas.

Le disputa el puesto estelar Hugo Chávez, quien no pasa una semana en que no “devele” algún complot en su contra. El nicaragüense Ortega le sigue más discretamente. Y Correa, al parecer, quiere engrosar la lista latinoamericana de los “amenazados”.

Pronto habrá que limitar el paso por la Plaza de Independencia y sacar de allí a algún conspirador disfrazado de lustrabotas, o a los jubilados, porque tal vez uno de ellos sea un conspirador. No es que Correa tenga miedo a los complots que imagina, sino a que el resto de los ecuatorianos le hayamos perdido el miedo y desconfiemos cada vez más de su palabra. Esa es la “conspiración” a la que teme como el vampiro a la cruz.