Que la vicepresidenta
María Teresa Fernández de la Vega trabaja mucho, es conocido. Sin duda, merecerá otras críticas, pero no la de la inacción. En la noche del martes, recién llegada de Santo Domingo y tras unas horas verdaderamente tremendas en Haití, la ‘número dos’ del Gobierno se plantaba, como ya viene siendo tradicional, en la entrega de premios del Club Internacional de Prensa y de la Asociación de Corresponsales Extranjeros. Casi no había tenido tiempo ni de cambiarse desde que bajó del avión, acompañada de su directora de Comunicación,
Ángeles Puerta.
La vicepresidenta fue la figura más sobresaliente en esta entrega de premios, a la que también asistieron
Javier Solana, el alcalde madrileño
Ruiz Gallardón o
Soraya Sáenz de Santamaría. Entre los premiados,
Patxi López -que delegó- y
Antonio Basagoiti -que asistió-, el propio Solana, el corresponsal
Tomás Alcoverro... Mucha gente en esta nueva etapa del Club, ahora presidido por la veterana televisiva
Carmen Enríquez, que condujo el acto, junto con
Ana Blanco, con sobriedad.
El futuro de Fernández de la Vega
Y ahora que hablamos de la ‘número dos’ del Gobierno. La visita de la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega a Haití, además del detalle que supone que un representante de Zapatero, presidente europeo durante este semestre, haga acto de presencia en la zona del desastre, tiene otras lecturas que tienen mucho que ver con el futuro que la vicepresidenta primera se está trabajando para cuando salga del Gobierno.
Ya le dijo que no a
Zapatero en 2007 cuando le quiso proponer que se presentara a la alcaldía de Madrid e incluso fomentó una campaña de las asociaciones feministas en contra de esta salida.
De la Vega tiene una obsesión, y es la promoción de las mujeres del Tercer Mundo a la política. Quiere crear un centro internacional para formar a las aspirantes a entrar en la lucha política, en África principalmente. Su presencia en las cumbres feministas organizadas en África ha sido una constante a la que se dedicó casi por entero su asesora
Aurora Mejía, que fue embajadora en Misión Especial para el Fomento de las Políticas de Igualdad de Género y que se llevó
Francisco Caamaño al Ministerio de Justicia cuando sustituyó a
Fernández Bermejo en febrero pasado.
Sus principales aliadas en la tarea para la que está forjándose una figura internacional son la presidenta de Liberia,
Ellen Johson-Sirleaf, y la de Finlandia,
Tarja Halolen, Y la idea puede cuajar finalmente como embajadora española o incluso europea para Asuntos Globales de la mujer, al estilo del puesto que creó hace unos meses el presidente norteamericano Obama para
Melanne Verveer, conocida defensora de los derechos de la mujer.