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El hombre de moda

El hombre de moda

viernes 19 de febrero de 2010, 13:35h
  Se ha convertido en el vicepresidente de facto, sólo hay que observar como los otros ministros y los diputados de su grupo y de la oposición van tras sus pasos en cuanto llega al Congreso. El poder tiene su propio aroma, y son mucho los que huelen que José Blanco tiene mucho poder, ahora refrendado aún más por la decisión del presidente Zapatero de que su ministro de Fomento forme parte del triunvirato que deberá buscar un acuerdo para buscar una salida a la crisis.

   Es curioso, pero antes de que llegara al Gobierno había quien dudaba de que José Blanco tuviera méritos y capacidad suficiente para ser ministro. Hoy, ni siquiera sus adversarios le niegan que tiene esa capacidad y sobre todo mano izquierda para gestionar un ministerio tan difícil como Fomento. Blanco incluso ha rizado el rizo llevándose bien con Esperanza Aguirre. Claro que quienes no terminaban de confiar en su capacidad no se habían molestado en analizar cómo ha gestionado, y gestiona, el PSOE. Lo ha cambiado de arriba abajo, ha sido el brazo ejecutor de los deseos de Zapatero jubilando a todos aquellos que no son entusiastas del presidente, pero, eso sí, Blanco lo hace con tanta mano izquierda que consigue que no le echen la culpa a él.

   Quizás el éxito de Blanco sea su instinto político. Lo tiene, sí, y le sirve de brújula para navegar por las difíciles aguas de la política. La verdad es que José Blanco está a todo, lo mismo habla de economía, que sale al quite a defender a Zapatero ante cualquier crítica, que negocia por detrás con las fuerzas sociales, que recibe a un banquero, a un empresario o a un obispo. Es, sin duda, el ministro más político que tiene el Gobierno, con permiso de Rubalcaba, que ya se sabe que el titular de Interior es un todoterreno y que como el ave fénix es capaz de reinventarse constantemente a sí mismo.

   Pero volviendo al titular de Fomento, de él se dice de todo, por ejemplo que en cuanto Zapatero remodele el Gobierno le convertirá en vicepresidente. Otros apuntan más alto e incluso le ven como alternativa del propio Zapatero. Claro que Blanco es prudente, gallego y sabe que una cosa es pisar fuerte y otra muy distinta hacer competencia al jefe. Seguramente ha colmado todas sus ambiciones y sabe que cuando se sube tan alto la contrapartida es que también hay que descender, la cuestión es que el descenso sea suave y no consista en un batacazo. Por ahora disfruta de las mieles de ser el ministro de moda.

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