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España y Marruecos

España y Marruecos

lunes 08 de marzo de 2010, 11:40h
Las relaciones entre España y Marruecos son complicadas, y siempre se recurre al tópico de que ambos países, separados por unos kilómetros de mar y vinculados por miles de años de historia, están “condenados a entenderse”.  Prueba de ello es que ya se ha convertido en tradición que el primer viaje de un presidente español, recién elegido, sea a Rabat. Y ahora, en el  semestre español de presidencia de la Unión Europea, se le ha pedido a nuestro país una mediación para convertir en diálogo lo que es una antigua confrontación, y con dos episodios singulares: el futuro del Sáhara y la inmigración.

Asuntos puntuales al margen, por importantes que sean, lo que es innegable es el papel de España y la profunda vinculación de nuestro país con el norte de África…Por razones geográficas, España es la puerta de entrada y de salida entre dos continentes. Pero, por razones morales, es mucho más que eso: es el país testigo y partícipe de la colonización de una buena parte del continente africano por las potencias europeas, y también la referencia ética de esa fuga de esclavistas que entendieron la historia como una sucesión de episodios de abusos y humillaciones.

No se trata de comparar lo que se demanda a España en sus tiempos coloniales en Iberoamérica, con lo que hoy se les puede exigir a otros países europeos con respecto a la explotación de las materias primas en África, y que hoy tienen el coltán,  materia principal en las nuevas tecnologías, como principal botín. Se trata de ser racionales y de convencernos de que el mundo es un cesto de cerezas en el que nadie es más que nadie, en el que nadie se salva de uno en uno.

Tras esta cumbre europea-marroquí, las conclusiones pueden ser muy complejas, pero también pueden ser muy sencillas: los problemas políticos tienen el cauce de la negociación; los asuntos históricos, el camino de la objetividad;  y las relaciones humanas, que afectan a los saharauis o a los inmigrantes, el destino es la tolerancia y ser conscientes de que todos somos hijos de todos, y de que nada de lo que ocurra en cualquier mundo, en el Primero o en el  Tercero, es asunto de ambas orillas del océano. No esperemos lecciones de los delfines o de los marineros, porque Marruecos es, para el corazón de España, la Suecia más cercana, y con Mohamed Sexto tenemos, quizá, más que ver que con Barack Obama, o mucho que ver, que negociar, que soportar, que compartir, porque los mapas no los hacen los dioses sino la peatonal historia de ilusiones y de intereses.

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