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Pedagogía fiscal

Pedagogía fiscal

jueves 18 de marzo de 2010, 13:10h
El Congreso de los Diputados ha rechazado una Proposición no de Ley del Partido Popular que pretendía dejar sin efecto una norma aprobada en la Ley de Presupuestos por la que se eleva el tipo general del Impuesto sobre el Valor añadido en dos puntos, hasta el 18 por ciento. Digo que se pretendía, aunque lo cierto es que lo verdaderamente pretendido  se pretendía erosionar al Gobierno, porque nunca una Proposición no de Ley puede anular una normal legal ordinaria y, menos aún, una de carácter presupuestario en la que el Ejecutivo tiene prerrogativa de veto para cuanto suponga merma en ingresos o aumento en los gastos.

Pero es claro que el partido popular ha encontrado un venero demagógico  con recursos de muy fácil venta, como es cualquier aumento de los precios de productos y servicios. Y aunque su planteamiento es contradictorio con lo que ha propuesto bien recientemente y con sus vagas fórmulas para reactivar la economía -más inversiones públicas y facilitación de crédito y subvenciones a las pequeñas y medianas empresas-  el mensaje tiene alguna aceptación entre el electorado más afectado por la crisis y produce un evidente desgaste del gobierno, que es lo que en verdad le importa.

Por su parte el gobierno de Rodríguez Zapatero y señaladamente Elena Salgado se han enrocado en el aumento de los tipos del IVA y el retoque de los impuestos especiales y en el Plan Integral de Prevención y Corrección del Fraude Fiscal, que resulta poco ambicioso y aun quedará en menos de no aumentar el personal de inspección y reformar sus competencias. La coordinación entre administraciones y la persecución preferente del fraude por actividades no declaradas, o economía sumergida, no solo puede proporcionar unos ingresos muy necesarios al Estado, sino también corregir las situaciones de competencia irregular de quienes no tienen costes fiscales por el funcionamiento de sus empresas. Ha sido un buen acuerdo.

Pero no son las únicas medidas positivas adoptadas, aunque a veces lo parece. Por primera vez en los debates ocurridos en el Congreso de los Diputados esta misma semana, se han dado datos de los tipos del IVA en otros países, como el 25% en Suecia, Hungría o Dinamarca, o el 22% en Portugal, Polonia o Finlandia o que solamente Chipre tiene un tipo menor que el español. La capacidad de comunicación clara y convincente es poco menos que nula en el conjunto del gobierno, con la excepción de Pérez Rubalcaba y José Blanco. Solo han faltado, para colmo de desdichas, las noticias  e interpretaciones a veces contradictorias entre miembros del gobierno para que los ciudadanos hayan puesto su confianza bajo mínimos y acabar por no entender nada.

Se impone una pedagogía fiscal y económica que explique que solamente aumentando los tipos del IVA, actualmente los más bajos de Europa, se pueden recaudar los treinta mil millones de euros necesarios hasta 2013 para que, junto a otros ingresos y a la reducción de gastos cumplir con las exigencias de la Unión Europea respecto al nivel del déficit y atender las políticas sociales. Hay que explicar igualmente que la sociedad española ha vivido por encima de sus posibilidades gracias a la prodigalidad de algunas entidades financieras y de proveedores de productos de consumo duradero, y que hay que ajustarse a la real riqueza del país. Es necesario exponer con toda claridad que, con independencia de corregir errores como la supresión del impuesto de patrimonio y el retoque de tipos del IRPF, su reintroducción en estos momentos tendría una escasa repercusión recaudatoria, y la reforma hay que hacerla con toda ponderación para evitar la elisión de impuestos y la huida de capitales. Es preciso expresar una y otra vez que el conjunto de medidas adoptadas frente a la crisis son las adecuadas, como en los últimos días el programa de rehabilitación de viviendas que no solo implica máxima intensidad de mano de obra, sino que evita los enormes gastos de inversión y conservación que generan a los Ayuntamientos las nuevas urbanizaciones fuera de los cascos urbanos. Bien por la ministra Corredor y por la ministra Garmendia, que no solo actúan, sino que además saben explicar.                                                                               
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