Setecientos mil españoles en América, sin poder votar

Setecientos mil españoles en América, sin poder votar

Fernando Jáuregui

Setecientos mil españoles residentes en América Latina se quedarán sin poder votar en las elecciones municipales, autonómicas y para el Congreso de los Diputados en España si prospera  --y todo indica que prosperará—la reforma electoral que los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, están acordando en una subcomisión de la Cámara Baja.

La reforma electoral que se pretende no solamente perpetuará la injusticia que se comete con los partidos nacionales menores –Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia, fundamentalmente, que en algunas provincias necesitan hasta cuatro veces más votos para lograr un escaño que los partidos ‘mayores’--: también hará que más de un millón trescientos mil españoles que residen en el extranjero, más de la mitad de ellos en Iberoamérica  --casi trescientos mil solamente en Argentina--, se queden sin poder elegir presidentes autonómicos, alcaldes y diputados en sus localidades de origen en España, según cuenta el diario madrileño El País.

Socialistas y ‘populares’ trabajan a toda marcha en las Cortes en una subcomisión que prepara una reforma de la obsoleta normativa electoral española. Pero todo indica que esta reforma afectará básicamente a las elecciones locales y menos o nada a las autonómicas y generales. Dentro de estas  reformas previstas se pretende que los españoles que residen permanentemente en el extranjero, especialmente los emigrantes, solo puedan votar para el Senado, una Cámara virtualmente inoperante en la que se crearía una circunscripción específica para la emigración. Se aceptará que los emigrantes puedan votar en los referendos, pero queda en el aire si podrán hacerlo en los comicios europeos.

En la actualidad, Argentina es el país extranjero que acoge a un mayor número de españoles, casi trescientos mil, seguida de Francia (160.000) y Venezuela(135.000). En Alemania, país al que emigró medio millón de españoles durante los años sesenta y setenta, aún quedan 85.000, en México más de cincuenta mil, algo menos en Cuba, 35.000 en Uruguay y más de veinte mil en Chile. Lo cierto es que los votos procedentes de estos ‘emigrantes’ españoles en América tienen cierta importancia en comunidades como Galicia, donde hay alcaldes elegidos básicamente gracias a los votos de la emigración, y donde al menos en una ocasión estos votos fueron decisivos para la elección del presidente de la Xunta.

El fundamento de esta reforma es, precisamente, que pueda resultar decisivo el voto de personas que no solamente no residen en el municipio o en la Comunidad a la que votan, sino que no lo harán presumiblemente nunca o, en todo caso, hasta dentro de muchos años. Que esos votantes en el exterior, que desconocen los problemas de las localidades españolas, tengan tanto peso en la configuración de ayuntamientos y comunidades es la base del razonamiento de los negociadores de PSOE y PP para excluirlos.

Algunos medios políticos critican la marcha, “lenta y descoordinada”, según un dirigente de UPyD, de los trabajos de reforma de la normativa electoral, por presumir que esos trabajos no pretenden introducir cambios de fondo, por ejemplo en las candidaturas cerradas y bloqueadas o en la imperfecta proporcionalidad de los votos, sistema de circunscripciones, etc. En los últimos años han comenzado a oirse voces en España defendiendo ir progresivamente “hacia un sistema más mayoritario que proporcional o, al menos, hacia un sistema más mixto que el actual”, donde solamente se elige mayoritariamente la Cámara Alta, o Senado, que tiene escasas funciones.

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