Los datos contrastan con la duplicación durante los últimos 50 años de las necesidades de agua en todos los sectores de actividad. Del total del consumo, el 64% va a parar a la agricultura -donde existe un margen de ahorro-, el 22% a actividades industriales y el 14% a consumo doméstico -porcentaje que crecerá fruto del aumento poblacional-.
Solo entre 1990 y 2006, se estima que 75 millones adicionales de habitantes pasaron a consumir recursos hídricos en las cuencas mediterráneas, si bien alrededor de 20 millones de personas todavía están privadas de un acceso de calidad al agua, en un contexto donde la contaminación sigue al alza.
En paralelo, el cambio climático exacerba los períodos extremos, con una mayor profusión de sequías e inundaciones; las temperaturas crecieron desde 1970 una media de dos grados centígrados en la región del suroeste de Europa y África del Norte, y las precipitaciones descendieron alrededor del 20%, según se desprende del mismo documento preparatorio.
Los datos de la ONU sobre la materia no son mejores, tal y como recordó el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, en su exposición inicial, al recordar que se calcula que en 2025 podrían existir en la región unos 290 millones de personas con poco acceso al agua en el Mediterráneo, mientras que unos 525 millones de personas vivirán en sus costas en un decenio.
Por esta razón, la gestión y el acceso al agua por parte de todos los habitantes de la cuenca del Mediterráneo se revela como un aspecto "clave" en un futuro próximo para garantizar la estabilidad y el crecimiento económico sostenible de la región, recordaron representantes de las autoridades de 43 países reunidos en Barcelona con el objetivo de avanzar en la adopción de una estrategia común sobre la materia.