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La Vía Láctea

La Vía Láctea

martes 11 de mayo de 2010, 12:28h
   Cuando para explicar una encuesta hace falta acudir a unos zahoríes es que vamos mal. El PP acusa al Gobierno de encargar las preguntas del CIS a Carlos Arguiñano, y a su responsable le quiere "premiar" con una estrella Michelín dada su capacidad para cocinar datos. La pregunta no es tanto, "¿está usted a favor, o en contra?", si no: "¿Cueces o enriqueces?". Las encuestas son otra manera de hacer política y objeto de bronca cuando no son favorables a los intereses de uno. De lo que no se dan cuenta es del hartazgo del electorado que suspende a todos los dirigentes sin excepción. En este aspecto no se contempla que el ciudadano pueda pedir el libro de reclamaciones, es más lo han quitado por si acaso. Usted no puede ejercer su enfado ante la trama Gurtel, o por cómo el Gobierno gestiona la crisis económica porque a usted le consideran un marciano de extrañas formas y singulares graznidos.

   La encuesta marca una tendencia y es la de que el personal está hasta "el pirri" de la distancia que separa a los políticos de la base. El día en el que algunos se bajen del coche oficial van a descubrir una acera por la que caminar, casi un hallazgo similar al de una nueva galaxia. La clase dirigente vive inmersa en su propia atmósfera, alejada del mundanal ruido, cada uno instalado en su rincón de la Vía Láctea como estrellas incomunicadas por el silencio del éter. Sólo les falta dar ruedas de prensa en latín puesto que hace tiempo que dejaron de hablar de espaldas al pueblo. Ya dan ruedas de prensa sin admitir preguntas que son la versión moderna de las apariciones a los pastorcillos. Pero en lugar de corregir su alejamiento por la "lejosfera", asumir culpas y enderezar el ritmo, lo que hacen es pegarse con el porcentaje de la encuesta igual que las figuras de Goya se daban con el garrote. Ni un gramo de responsabilidad puesto que es sabido que siempre se equivocan los demás.

   Ya que algunos se ufanan en decir que no hay derecha o izquierda si no gestión (renunciando a sus principios), al menos se les podría pedir que si carecen de ideología por lo menos tengan decencia. De tal manera que la distancia entre la política y el tercer estamento, el pueblo llano, no sea objeto de un documental de La 2. El movimiento de expansión del universo no tiene límite como tampoco parece que lo tenga la distancia que separa a las propuestas políticas de los problemas corrientes. Este descontento es el que alimenta al señor abstención y a la señora pasotismo. Eso y la idea que transmiten algunos de que los problemas se solucionan solos como si fueran coletazos de la nube de polvo volcánico que se disipa con los vientos.


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