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El locuaz Raimon Martínez Fraile

El locuaz Raimon Martínez Fraile

lunes 07 de mayo de 2007, 19:42h

No había motivos objetivos, dada la fugacidad de las declaraciones, por explosivas que sean, como para que al  delegado de la Generalitat de Catalunya en Madrid, Raimon Martínez Fraile, se le calentase la boca y soltase el exabrupto de calificar las penúltimas declaraciones de Pasqual Maragall como propias de una persona enferma.  Así lo debió entender José Montilla, el presidente catalán, cuando pidió públicamente (vamos, que le ordenó) que las retirase inmediatamente. Y el plenipotenciario en la Villa y Corte, claro, firmes y en primer tiempo de saludo y diciendo que las retiraba, faltaría más, y que pedía excusas a Maragall todas las veces que hiciera falta.

Evidentemente, salvo las oficiosidades propias de su condición, Martínez Fraile no tenía motivos objetivos para decir lo que dijo. No tenía motivos objetivos, pero subjetivos unos cuantos, enquistados en su mente, dado que forma parte de los agraviados (defenestrados, quemados, arrojados a la cuneta o como quiera llamárseles) por la larga y exitosa etapa de Maragall como alcalde de Barcelona. Durante un par de legislaturas, Martínez Fraile fue concejal de Turismo y gozó de la confianza y del aprecio de un alcalde, que ante el reto olímpico, estaba encantado de relanzar Barcelona como destino turístico mundial.

Se apagó la antorcha olímpica, atrás quedaron los fastos de aquella quincena mágica. La ciudad de Barcelona seguía estando en el mapa, y Maragall, su carismático alcalde, empezó a aburrirse soberanamente. Vinieron unas elecciones municipales y hubo que confeccionar las listas. A Maragall se le ocurrió que había que traer gente nueva al Consistorio, y Martínez Fraile, pese a su buena gestión y a que públicamente pidió, cuando no exigió, su continuidad como edil, le dieron puerta. Dejó de estar en las candilejas. Aunque, durante una temporada, le dieron la sinecura de ser el mandamás del Consorcio Turístico de Barcelona. Y por ahí, entre la cosa semipública y la privada anduvo el hoy locuaz delegado de la Generalitat en Madrid. Montilla se hizo en julio de 2004 con el control del partido primero, y, en otoño pasado, además con la presidencia de la Generalitat. Raimon Martínez Fraile pasó a ocupar ese puesto.

Lo demás es historia más inmediata que reciente. A Pasqual Maragall, hace menos de dos semanas, o le patinó la boca o ambas cosas a la vez. El PSC cogió un cabreo más que regular, aunque su primer secretario, José Montilla, dio orden de ni mencionar públicamente las declaraciones Maragall. Así hasta hoy, lunes 7 de mayo. Martínez Fraile posiblemente quiso cobrarse una antigua deuda. Quizá. O, en vista del sordo cabreo que aqueja a los mandos del socialismo catalán, bien pudiera ofrecerse para hacer méritos. Pudiera ser. Pero José Montilla, con excelente criterio, ha hecho valer su autoridad. Y a Martínez Fraile, no le ha quedado más remedio que retirar sus palabras y, además, pedir excusas públicas. Como que Montilla manda mucho, vamos.

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