Andalucía y las ventanas rotas

Existe una curiosa "teoría de las ventanas rotas" que circula por internet y que es aplicable en estos momentos a lo que está ocurriendo en España y en Andalucía.. Resulta que en 1969, en la Universidad estadounidense de Stanfors, el profesor Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social dejando abandonados dos coches idénticos en una zona pobre, el Bronx de Nueva York y en otra rica, Palo Alto, en California. En pocas horas, el primero perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, hasta quedar completamente destrozado, sin embargo el segundo se mantuvo intacto durante muchos días hasta que los investigadores le rompieron uno de los cristales. Inmediatamente se desató en Palo Alto el mismo proceso destructivo que en el Bronx. No se trataba pues del ambiente de pobreza sino de algo que tenía que ver con la psicología y las relaciones sociales. Un vidrio roto, tanto en un coche como en un edificio, transmite una idea de desinterés, de deterioro, de despreocupación que rompe los códigos de convivencia. Ese cristal roto anuncia la ausencia de leyes, de reglas y da vía libre al "todo vale".

La "teoría del las ventanas rotas" sirve para cualquier coche, barrio, parque, ciudad, comunidad o estado. Si se permiten pequeñas faltas y no se sancionan, les sucederán faltas mayores; si se permiten actitudes violentas se provocará mayor violencia. Un coche, un edificio o un parque abandonado dará lugar a que este espacio sea ocupado por delincuentes sin escrúpulos. Esta teoría ha sido posteriomente aplicada en lugares concretos, como el Metro de Nueva York, y se ha comprobado que cuando las autoridades cuidaban las líneas limpiándolas de graffittis y arreglando el mobiliario urbano, la delincuencia descendía varios puntos.

En España, la "teoría de las ventanas rotas" parece evidente, y en Andalucía aún más. La sociedad española se ha visto en los últimos años afectada de lleno por el "buenismo" de Zapatero, por la permisividad del todo vale, por una política de gestos a la galería sin autoridad alguna que marcase las normas que nos ha llevado a convertirnos en uan especie de Bronx. Zapatero rompió nada más tomar posesión de su cargo tras el 11-M el cristal del coche y permitió que todo el mundo hiciese de su capa un sayo destrozando una sociedad que estaba bien estructurada y confiaba en normas tan elementales como la Justicia. En estos momentos, nadie de fía de nadie, y menos aún de la propia Justicia, adulterada por una clase política que la ha contaminado hasta la saciedad. El Estado se ha ido deteriorando poco a poco sin que nadie haya movido un dedo para adecentarlo. Zapatero rompió el cristal del coche nuevo que le había dejado Aznar en Palo Alto y el coche está acabando como el del Bronx.

¿Y Andalucía? Si España es el Bronx, nuestra comunidad son las Tres Mil Viviendas. Aquí los defectos de un Gobierno excesivamente tolerante, ineficaz y buenista se reproducen hasta la saciedad ante la falta de iniciativa propia de un socialismo asentado en un régimen que se perpetúa años y años sucediéndose a sí mismo gracias al poder de las subvenciones, las dádivas y el clientelismo. Sería bueno que alguien fuese aplicando a la sociedad andaluza la teoría de las ventanas rotas, que arreglase la administración, que limpiase las alfombras y trabajase en serio para que nuestra comunidad recupera el sitio que le debería corresponder. Lo malo es que no veo a Pepegriñan con actitudes similares al alcalde de Nueva York. Así que habrá que esperar que alcancemos la cifra de millón y medio de parados para que se nos enciendan las luces y decidamos que ya está bien de aguantar sonrisas de payasos. Va siendo hora de arreglar las ventanas para que no entre más polvo en nuestra tierra.